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CRÍTICA

'Mantícora': Broche de oro a un inmenso año español

Lo nuevo de Carlos Vermut es un perturbador retrato de las pasiones más ocultas y terroríficas del ser humano que rubrica un impresionante año para el cine español.

Carlos González Manzano
Por Carlos González Manzano Más 9 de Diciembre 2022 | 10:10
Periodista crepuscular que vive en las viñetas de Tintín, los mundos de Tolkien y las películas de Ghibli

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'Mantícora': Broche de oro a un inmenso año español

Proveniente de la mitología persa, el término "mantícora" significa "devorador de hombres". Era una criatura poco agraciada, extraña, poderosa y amenazante, con una mezcolanza animal en sus diferentes partes. Tenía el cuerpo de un león, la cola de un dragón o escorpión y la cabeza de un humano. Vino a Europa a través de la mitología griega y, durante la Edad Media, se afianzó en los bestiarios de la época para convertirse en símbolo de opresión, de envidia. Se transformó en la encarnación del mal. Ubicando esto en el centro de su última película, Carlos Vermut da forma a 'Mantícora', un descenso a las pasiones prohibidas del ser humano y la necesidad fundamental de la ficción para dar rienda suelta a deseos incontenibles y burbujeantes. Pero, sobre todo, es la triste historia de un monstruo, de una bestia, encerrada en sí misma a voluntad. Una historia de amor, retorcida y llena de filias. Una película de, quién si no, Carlos Vermut.

'Mantícora'

El director madrileño irrumpió en la escena nacional con una propuesta tan descarada como renovadora: 'Diamond Flash'. Con poco presupuesto y una marcada personalidad, Vermut se hizo un nombre en la industria, que terminó de escribir con siglas de oro gracias a 'Magical Girl', una de las películas españolas más impresionantes de lo que llevamos de siglo, donde mezclaba géneros de manera magistral para asomarse al abismo del alma y empezar a construir un sello cinematográfico propio. Cuatro años después dirigió 'Quién te cantará', donde Vermut (dando la sensación de contar con más medios) daba rienda suelta a su creatividad visual y hacia crecer su carrera a lo alto y a lo ancho. También escribió el guion de una de las mejores películas españolas de terror del 2022: 'La abuela', dirigida por Paco Plaza.

Con 'Mantícora' (que, de momento, le ha valido cuatro nominaciones a los Goya a mejor dirección, mejor guion, mejor actor y mejor actriz revelación), el director vuelve al austerismo que le caracterizó en 'Magical Girl', tanto narrativo como estético. Vermut ha destilado su esencia formal para, a diferencia de sus otras películas -donde contaba con un grupo de protagonistas con poca relación entre sí-, narrar la historia de una pareja. Julián (Nacho Sánchez) es un desarrollador de videojuegos solitario y tímido. Alberga para sí un oscuro y terrorífico secreto que le atormenta y le incapacita a la hora de relacionarse con los demás. Dentro de este espacio de infelicidad, conocerá a Diana (Zoe Stein), una joven con un padre enfermo, y verá una oportunidad única de alcanzar la felicidad que tanto ansía pero ¿merece?

Un monstruo de toda la vida

Teniendo en cuenta la moraleja del cuento clásico del monstruo podríamos decir que... sí, lo merece. O al menos eso nos dice la historia. 'El doctor Frankenstein', 'Drácula', 'El fantasma de la ópera' o, en definitiva, los monstruos de Universal, han grabado a fuego en el imaginario colectivo la figura del individuo desplazado, marginado, peligroso, que debe aislarse aunque no quiera. Una criatura incomprendida y denostada, perseguida por una multitud enfurecida, antorcha en mano.

'Mantícora'

Atención spoilers

El caso de Julián es algo distinto, y es por lo que 'Mantícora' reformula este tipo de historias. El personaje interpretado por Nacho Sánchez modula monstruos en un videojuego. Este mundo ficticio le permitirá fantasear y liberar su deseo más oscuro: la pedofilia. Sin que su empresa se entere, Julián interactuará con niños en 3D a través de su propio videojuego. Vermut logra afianzar su premisa utilizando la realidad virtual como ficción más interactiva, mucho más que una película ya que, desde el videojuego, puedes ser partícipe de la acción. El director madrileño retuerce hasta el punto más perturbador un debate que lleva en el candelero desde siempre: la ficción como herramienta liberadora, como manual para exorcizar comportamientos o deseos nocivos. A través de los videojuegos, Julián no se siente solo, ni juzgado, ni infeliz. Todo cambiará cuando conozca a Diana.

Siguiendo su habitual proceso de escritura, Vermut entrelaza las historias de sus personajes de manera sinuosa, con encontronazos, con una tortuosidad muy finamente hilada. No toma caminos cortos ni rectos, como pudimos ver en 'Magical Girl'. Aquí Vermut depura su estilo hasta el punto de contar con muchos menos personajes y un diseño de producción más minimalista y grisáceo. Se rodea de un costumbrismo latente por unas calles que recuerdan mucho a las estrechas avenidas de Madrid centro. Vermut, aunque tarda en arrancar, pone el foco en el monstruo de a pie, en la perturbación del día a día, donde cualquiera puede ser sujeto de turbios deseos que no escapan a nadie.

Reformulación de 'La bella y la bestia'

A pesar de contar con historias repletas de gente generalmente perniciosa y amoral, Vermut no deja de contar historias pasionales, viscerales, donde el amor suele imponerse a la razón y se toman decisiones drásticas en base a eso. Quizá por eso sus motivos sean (a veces) tan entendibles, haciendo que el público pueda empatizar sin problemas incluso siendo unos desequilibrados de aúpa. El amor, como decimos, forma parte intrínseca del complejo puzzle que suelen constituir las películas de Vermut. Y más en 'Mantícora', que se erige como una reformulación podrida y madrileña de 'La bella y la bestia'.

'Mantícora'

El cuento clásico del monstruo que se ve amado por una joven que le comprende, le defiende y le estabiliza. En 'Mantícora', el secreto de Julián enlaza elegantemente con otra filia secreta de Diana: su pasión por los desvalidos, por los incapacitados (ya sean físicos o sociales). La complejidad de la narrativa irá quitándose capas a medida que se acerca a su tercer acto, con Vermut desvelando unos giros de guion tan subterráneos como contundentes. Y lo hace, además, con la convicción taciturna de quien tiene la razón en lo que dice. Cobra especial importancia lo que sugiere pero no enseña ni confirma, lo que (no) se dice en los silencios, lo que queda fuera de campo. El personaje de Julián proyecta terror a la hora de relacionarse con los demás; pero no es un miedo expectante a lo que pueda hacer, sino un silencioso pavor por lo que evita hacer, por su atronadora lucha interior. Vermut concentra en un afiladísimo guion sus recursos más refinados y despojados a la hora de escribir, para configurar un siniestro laberinto por los recovecos de la psique humana.

Por cosas como 'Modelo 77', 'As bestas', 'Alcarràs', 'Cinco lobitos' o 'En los márgenes, el año 2022 se recordará con cariño y devoción. Entre estos nombres, 'Mantícora' ocupa un lugar especial por el tema tan peliagudo que trata, por el jardín embarrado en el que se mete y del que sale no solo airoso, sino resplandeciente y sugerente, evocando un debate que necesitaba ponerse encima de la mesa. Vermut acumula otra obra notable en su haber (y suma otro monstruo a su infinito bestiario de personajes) evitando la autocomplacencia y la pornografía emocional. Sin duda, se asienta en el panorama español como uno de esos directores de los que estar pendiente en cuanto escriba o dirija algo nuevo. Por el bien del cine, que sea pronto.

Nota: 7

Lo mejor: Sus dos intérpretes principales y el amargo poso que deja.

Lo peor: Su parsimonioso ritmo en el primer acto.