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CRÍTICA

'Midsommar': Pesadilla bucólica

Crítica de 'Midsommar', la nueva película de Ari Aster. En cines a partir del 26 de julio.

Por Javier Parra González 26 de Julio 2019 | 09:45

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Un año después de haber revuelto los cimientos del actual cine de terror indie con 'Hereditary', Ari Aster consigue (a su pesar) la corona como uno de los actuales cineastas de género gracias a 'Midsommar'. Y pese a sus declaraciones en referencia a que preferiría seguir indagando en el séptimo arte a través de otros géneros, queda claro que podremos seguir disfrutando de su talento sea cual sea su empaque.

Midsommar

Volviendo a trabajar junto a Lars Knudsen, uno de los productores de su anterior película y de otro de los fenómenos del horror reciente como lo es 'La bruja', Aster cambia de tercio radicalmente para trasladarnos desde la Utah en la que Toni Collette se enfrentaba a sus demonios familiares, hasta la provincia sueca de Hälsingland, donde conoceremos las tradiciones más demenciales (a ojos del extranjero) de Hårga, una comuna ancestral que expondrá ante nosotros una serie de ritos que serían oro puro para la comunidad antropológica, pero también una auténtica pesadilla bañada por la luz del sol de verano en Suecia.

Es ahí donde radica la diferenciación con su anterior trabajo. Mientras que en 'Hereditary', el horror se manifestaba en su máximo apogeo en la oscuridad de la noche y en el interior de un hogar familiar roto por el duelo; en 'Midsommar' nos adentramos en lo que podría ser la perversión de una estampa bucólica, abrazando por completo el folk horror y volviendo a dejar claro que Aster siente cierta predilección por los cultos paganos, rituales y sacrificios. Sin embargo, establece ciertos lazos de unión con aquella otra a la hora de construir la trama a partir del estado emocional de la protagonista, papel que recae sobre Florence Pugh.

Midsommar

En pleno cuadro de ansiedad provocada por una situación de duelo, Dani Ardor viajará junto a su novio Christian (Jack Reynor) y su grupo de amigos estudiantes de Antropología (Vilhelm Blomgren, Will Poulter y William Jackson Harper) hasta el idílico emplazamiento con la intención de ser testigos de una serie de celebraciones que giran en torno a la festividad del solsticio de verano. Y lo que comenzará con una serie de extrañas situaciones, causa de risas nerviosas por lo histriónico y totalmente exageradas que puedan parecer a simple vista sus puestas en escena, empezará a adquirir una serie de tintes macabros que Aster resuelve a camino entre la comedia negra, el gore y la imposición de un ambiente de pesadilla.

Y por si el nivel de malestar no fuese suficiente a raíz de lo que provoca ese choque de culturas, una vez más, el folk horror se erige como representación de la falta de entendimiento entre la tradición y lo moderno, entre el campo y la ciudad, y la razón frente a la fe. Siendo 'El hombre de mimbre' el ejemplo más genuino y con más trascendencia para el propio subgénero, es curioso como 'Midsommar' toma parte de la esencia y las bases del film de culto de Robin Hardy, para agitarlas junto a una serie de complementos extra puramente lisérgicos, los cuales harán que la fiesta de carácter tradicional mute hacia un mal viaje que bebe tanto del ensalzamiento de 'Alicia en el país de las maravillas' como título psicotrópico por parte del movimiento hippy en los setenta, como de 'Valerie y su Semana de las Maravillas', la surrealista joya checoslovaca de Jaromil Jires.

Midsommar

Ansiedad bajo el sol

Si 'Hereditary' elaboraba su arco dramático en torno al duelo y el dolor por la pérdida del ser querido, pese a que el detonante del trauma de la joven Dani sea el mismo, su estado anímico y la transición por la que pasará su personaje tratará también ese dolor, pese a que este no sea el principal punto de inflexión del recorrido vital del personaje. En esta ocasión, la fragmentación de una pareja será con lo que Aster juegue para entretejer todo el entramado alrededor del cual girarán las costumbres y rituales de la comuna sueca.

El horror directamente ligado al desamor y el despecho ya es algo que trató Andrzej Zulawski en la sublime 'La posesión'. Aquí, y salvando las distancias, Ari Aster vuelca la visceralidad en los elementos satelitales que ayudarán a dinamitar a la pareja (pociones con pelo púbico, el descubrimiento de que la persona a la que amas es un trepa y un cretino, la decepción y la total falta de empatía), que entre adornos florales, colocones y extrañas desapariciones, reflejarán en pantalla una de las crisis de pareja más retorcidas, donde la representación del lenguaje no verbal acabará siendo mucho más incómoda que las derivas hacia el splatter y los momentos de puro terror que también componen 'Midsommar', el festival veraniego más bello y estremecedor que has visto nunca.

Nota: 9

Lo mejor: La forma en la que Aster juega con los géneros y es capaz de transmitir terror a través de momentos que podrían ser parte de una comedia. Y como ya demostró en su anterior trabajo, la composición de planos y los detalles invitan a varios visionados.

Lo peor: Pese a que su duración (casi dos horas y media) no resulte agotadora, da la sensación de que podría haberse reducido en que a minutos se refiere.