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CRÍTICA

'Shorta. El peso de la ley': Los miserables daneses

Crítica de 'Shorta. El peso de la ley', ópera prima de Anders Ølholm y Frederik Louis Hviid. Mostrada en la Semana de la Crítica del Festival de Venecia. Protagonizada por Jacob Lohmann y Simon Sears.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 4 de Junio 2021 | 09:03
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Los thrillers nórdicos siempre se han caracterizado por ofrecer una imagen que busca romper con el prejuicio que tienen los países escandinavos de lugares de bienestar, en los que nunca pasa nada, para mostrar su mirada más visceral, aquella, que tan bien han sabido retratar sagas como las de 'Millennium' o 'Los casos del Departamento Q'. En contra de este tipo de producciones, llega ahora 'Shorta. El peso de la ley', ópera prima de Anders Ølholm y Frederik Louis Hviid, presentada en la Semana de la Crítica del Festival de Venecia 2020.

Shorta

A diferencia de lo que podría esperarse de una producción escandinava, el debut en el largo de Anders Ølholm y Frederik Louis Hviid parece evitar cualquier referencia o inspiración nórdica. Es más, inicialmente podría pensarse que Ølholm y Hvidd quieren acercarse al cine policíaco social, ese que tan bien supo retratar Ladj Ly en 'Los miserables', al encerrar a una patrulla en un suburbio marginal al más puro estilo banlieue francés, en el que bandas, pandilleros y una economía deprimida provocan un auténtico cóctel molotov.

De hecho, la mecha de los disturbios la enciende la inexplicable muerte de un joven africano por parte de la policía, de manera que Ølholm y Hvidd, los cuales también escriben el guion, parecen buscar un mayor enlace con la actualidad estadounidense, al tratar un tema de rabiosa actualidad en el país norteamericano, en referencia a los abusos policiales y los problemas raciales (imposible no pensar en el caso George Floyd). Con lo cual, los directores tienen ahí una apuesta por la acción, con una trama muy física, convirtiendo una tarde en la patrulla en una especie de videojuego de supervivencia.

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Una espiral de violencia

En ese laberinto de opresión y desigualdad, caminan los dos agentes de policía protagonistas, interpretados por Jacob Lohmann y Simon Sears, dos caras de la misma moneda, dos maneras diferentes de enfrentarse a una situación de extrema violencia, en la que Ølholm y Hvidd hacen un crítico retrato de la policía danesa, en la que los agentes de la ley se protegen los unos de los otros, provocando que haya abusos dentro del cuerpo. En medio, la compleja situación racial y, sobre todo, religiosa, que Ølholm y Hvidd abordan de forma testimonial.

Quizás el problema que hay en la cinta es que llega a un punto en el que los directores no saben hacia dónde quieren llevar a sus protagonistas, provocando que lo que parecía un thriller social, al más puro estilo 'Los miserables', 'Ciudad de Dios' o incluso 'Training Day', termine estando más cerca de 'Dueños de la calle' o 'Vidas al límite', en la que hay demasiados tiros que parecen de manufactura hollywoodiense. Ese acercamiento al cine de acción norteamericano termina desluciendo una propuesta cuyo inicio era muy halagüeño. No obstante, eso no impide valorar al tándem Ølholm-Hvidd como una dupla de realizadores que han dirigido un prometedor debut, con el que aspiran a darle otro enfoque al thriller nórdico.

Nota: 6

Lo mejor: Cómo va aumentando la tensión con cada movimiento de los policías protagonistas.

Lo peor: Su mensaje social termina diluyéndose en la parte final de la cinta, dejando una sensación agridulce.

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