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CRÍTICA

Jim Carrey vuelve en plena forma en 'Sonic: La película', una buena propuesta familiar

A pesar de la polémica alrededor del rediseño del famoso erizo, la película del debutante Jeff Fowler funciona sorprendentemente bien.

Por Javier Pérez Martín 13 de Febrero 2020 | 18:04

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La relación entre el cine y los videojuegos es estrecha y constante, aunque mirando casos concretos de adaptaciones cinematográficas de juegos de consolas no hay muchas buenas razones para que sea así. Desde 'Super Mario Bros.' hasta 'Final Fantasy: La Fuerza Interior', pasando por 'Assassin's Creed' o 'Prince of Persia: las arenas del tiempo', hay una larga lista de películas que han ido mal en taquilla y/o han sido odiadas por la crítica y/o por el público. Pocos son los casos de éxito rotundo, siendo el más reciente 'POKÉMON Detective Pikachu'.

'Sonic: La película'

Precisamente esta es la comparación más pertinente para la película que nos ocupa, la primera cinta de Sonic en acción real, en la que el rápido erizo azul de SEGA, generado por ordenador, comparte pantalla con humanos en escenarios reales. También este es un personaje parlante, con voz de hombre adulto, y vive una aventura con una persona real a su lado. Y, como la película del Pokémon eléctrico, 'Sonic: La película' funciona sorprendentemente bien.

Y eso que no llega sin polémica. El primer tráiler de esta adaptación se hizo viral por los motivos equivocados: el diseño del famoso erizo azul de SEGA fue muy comentado por resultar desagradable, cómico e incluso terrorífico, probablemente no el resultado que sus responsables iban buscando. Tal fue el revuelo que Paramount anunció que habría un rediseño, y así ha sido: finalmente Sonic es el muñeco adorable que siempre debió ser, y nada de todo el drama ha llegado al resultado final (a diferencia del caso de 'Cats'): 'Sonic: La película' aprueba en el apartado visual, tanto en el diseño del erizo protagonista como en su integración con el mundo real.

'Sonic: La película'

Lo cierto es que aprueba en todos los apartados, siempre teniendo en cuenta el tono infantil de la propuesta. Dirigida por el debutante Jeff Fowler (nominado al Oscar al mejor corto animado en 2005 por 'Gopher Broke'), 'Sonic: La película' no tiene más ambiciones y propósitos que los de ser la cinta familiar de la temporada, que llenará salas de niños y padres buscando entretenerse un rato. Con su humor blanco pero algo mordaz, su sencillo argumento de aventuras y un ritmo consistente, el guion de Patrick Casey, Josh Miller y Oren Uziel (que vienen de hacer películas de comedia y terror) conseguirá enganchar a los más pequeños y entretener a los padres. O al menos no les incordiará demasiado mientras se echan una siesta e incluso podrán reengancharse con facilidad cuando salgan del letargo.

Del reparto, liderado por James Marsden ('X-Men', 'Westworld') y la voz de Ben Schwartz ('Parks and Recreation') en versión original, hay un nombre que destaca por encima de todos. Jim Carrey interpreta al villano de la saga, el Dr. Robotnik; un fichaje muy extraño no solo porque no dé el perfil físico a priori (la imagen del villano de Sonic es la de un científico muy grande, calvo y con un enorme bigote pelirrojo), sino porque el actor de 'El show de Truman' y '¡Olvídate de mí!' lleva unos cuantos años alejado de las cámaras. Con su atormentado retrato en el magnífico documental 'Jim y Andy', algunas entrevistas en las que se ha comportado de forma extraña y su nuevo rol como dibujante de sátiras políticas, la imagen de Carrey se ha alejado en los últimos años de aquel cómico de los 90 que arrasaba en las taquillas de todo el mundo. Pero su interpretación en 'Sonic: La película' pondrá los pelos de punta a los nostálgicos de 'La máscara' y 'Ace Ventura, un detective diferente': Jim Carrey sigue siendo un genio del slapstick y un actor fantástico que construye personajes tridimensionales con su cuerpo y sus expresiones faciales.

'Sonic: La película'

Él es el protagonista de los momentos más graciosos en un guion que, por otra parte, tiene varios chistes y gags muy buenos. A eso añádele varias referencias al cine de los 90 que encantarán a los mayores y guiños a la cultura popular que harán las delicias de los pequeños (como el erizo haciendo cierto baile famoso de los últimos años), y 'Sonic: La película' toca todas las teclas necesarias para convertirse en un simple divertimento apto para que merezca la pena pasar la tarde del sábado en un centro comercial.

Los buenos paletos

La historia de 'Sonic: La película' es sencilla y fácil de seguir por cualquier niño de menos de 10 años, pero por supuesto Casey, Miller y Uriel consiguen colar un subtexto que podríamos leer como político en la era Trump.

Tom Wachowski es un shérif de un pequeño pueblo del interior de EE.UU. que quiere mudarse a San Francisco. Busca nuevos retos y crecimiento personal en la gran ciudad, donde se irá a vivir con su esposa Maddie. Mientras tanto, Sonic vive escondido en las afueras del pueblo, espiando a los humanos sin relacionarse con ellos. Y el Dr. Robotnik, un científico enviado por el FBI para investigar los rastros de Sonic, es un hombre de ciudad inteligente y con títulos que trata a todos los que le rodean con condescendencia y desprecio.

Los lugareños del pequeño pueblo que Tom quiere abandonar son tontos pero buenos: ellos son la famosa "América real", los votantes de Trump que gran parte de la producción audiovisual de Hollywood tiene tan demonizados. Pero en 'Sonic: La película' ellos serán la clave para que el bien prevalezca, y resultarán ser unas personas válidas (más que esos repipis leídos de ciudad) y tolerantes; y la vida rural como fin, y no como medio para llegar a una gran ciudad, se plantea como deseable, incluso como un refugio contra el mundo exterior. Es un mensaje que pretende acercar posturas y, esto es clave, satisfacer al gran público, ese que ve a Hollywood como una panda de rojos hipócritas. Un golpe maestro para acabar de convertir a 'Sonic: La película' en el éxito de taquilla de la temporada que, sin lugar a dudas, será.

Nota: 7

Lo mejor: La vuelta del Jim Carrey más payaso

Lo peor: Su sencillez, una de sus mayores bazas, a veces se convierte en simpleza