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CRÍTICA

'Tiburón blanco': A la deriva

Crítica de 'Tiburón blanco'. En cines a partir del 7 de mayo.

Por Javier Parra González 7 de Mayo 2021 | 09:25

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Para quien esto escribe, el hecho de que una película sobre tiburones asesinos llegue a las salas de cine sería motivo de celebración. Que la opción sea 'Tiburón blanco' es motivo de sobras como para que lo único que se quiera celebrar, sea una lenta agonía dentro de las afiladas fauces de una producción que estaba en la pila de títulos destinados a la sobremesa del fin de semana, y que (sin que nadie conozca el motivo) ha acabado en una sala.

Tiburón blanco

Martin Wilson debuta como director en una película escrita por Michael Boughen, en cuyo currículum constan los créditos como guionista de 'Dying Breed' (survival australiano de 2008 sobre un linaje caníbal descendiente de Alexander Pearce) y como productor de 'The Loved Ones' (el torture porn con alma de culto dirigido por Sean Byrne en 2009), siendo su acercamiento al sharksploitation un paseo en aguas comunes del subgénero con una ejecución tan torpe como agotadora.

Katrina Bowden ('Piraña 3D 2', 'Tucker & Dale contra el mal') y Aaron Jakubenko ('La tierra de las mareas', 'Las Crónicas de Shannara') son los escogidos para liderar el casting, cuyos perfiles podrían pasar por un intento frustrado de heroína enfrentada a un escualo (sin ser Blake Lively), y un Matthew McConaughey de saldo reducido a experto aventurero con traumita y enorme cicatriz provocada por (evidentemente) un tiburón blanco.

Tiburón blanco

Lo ideal hubiese sido que los personajes convertidos en carnaza para esta historia (que peca de un exceso de metraje innecesario), salieran directamente de 'La isla de las tentaciones', por aquello de tener perfiles realmente odiosos con los que poder divertirse al verlos chapotear en el agua. Pero ni siquiera son odiosos por patéticos. Lo son porque parecen estar construidos por un algoritmo creador de personajes básicos. Y ahí radica el principal problema de 'Tiburón blanco': que se toma tan en serio a sí misma que es imposible no pensar en ella como un intento de comedia involuntaria.

Hay un momento, justo después de un prólogo en el que se nos presenta la brutalidad de la bestia a modo de psychokiller (tal y como ya hizo 'Tiburón' en 1975), en el que Kaz (Bowden) y Charlie (Jakubenko) están en una sala inundada de rayos de sol para presentarnos su drama financiero, en un burdo intento por conectar con los personajes a cuya tópica absurdez (el diálogo, un romanticismo empalagoso y forzado -sin faltar la escena post-coito con sábana subida hasta el pecho-) le faltan un par de exageraciones para que se convierta en una parodia. Pero (desgraciadamente) no lo es.

Tiburón blanco

Y cuando volvemos a pensar que podríamos estar ante una spoof movie perfecta sobre las pelis de tiburones, llegan Michelle (Kimie Tukakoshi) y Joji (Tim Kano) como parejita con evidentes problemas, sirviendo menos de un minuto para averiguar cuál será el final de cada uno de los personajes. Una lista en la que no puede faltar otro secundario con alma de héroe, Benny (Te Kohe Tuhaka), quien a nadie le importará si va a sobrevivir o no, algo en lo que ni siquiera sus creadores parecen haberse querido esforzar demasiado.

Algunos pensarán que el verdadero problema es que el subgénero está ya muy explotado, y si tenemos en cuenta que en los últimos años nos hemos encontrado con producciones de primera categoría como 'Infierno azul' o 'A 47 metros', es abominable pensar que 'Tiburón blanco' haya querido posicionarse junto a estas, cuando está mucho más cercana a producciones de Asylum o SyFy, con un CGI que convierte a la saga 'Sharknado' en digna de ser una superproducción de Peter Jackson.

Nota: 2

Lo mejor: Sus diez minutos finales podrían ser un buen cortometraje.

Lo peor: El resto.

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