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CRÍTICA

'Wendy': Embarcándose en otro Nunca Jamás

Crítica de 'Wendy', dirigida y coescrita por Benh Zeitlin. Mostrada en el Festival de Sundance 2020 y en el Festival de Sitges. Con Devin France, Yashua Mack, Gage Naquin, Gavin Naquin y Kevin Pugh.

Miguel Ángel Pizarro
Por Miguel Ángel Pizarro Más 11 de Diciembre 2020 | 09:25
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Mucho ha tardado Benh Zeitlin en regresar a la realización, pues ocho años han pasado desde la maravillosa y mágica 'Bestias del sur salvaje'. En este ocasión, el director neoyorkino revisita la historia de Peter Pan, el clásico de J.M. Barrie, con 'Wendy', llevando al niño que nunca quería crecer al área rural de los Estados Unidos, convirtiendo a la pequeña Wendy Darling en una niña de clase trabajadora, otorgándole al cuento un enfoque completamente distinto.

Mostrada en los festivales de Sundance y Sitges, 'Wendy' sorprende con un cambio muy interesante. Los niños protagonistas pasan de ser de una familia londinense burguesa de finales del siglo XIX a miembros de una familia de una madre soltera que se gana la vida como camarera en un bar-restaurante de una estación de un barrio obrero de la zona rural de los Estados Unidos. El llevar a los protagonistas a una realidad trabajadora no es nuevo ('Los Goonies' o 'Un puente hacia Terabithia' son buen ejemplo de ello), pero sí es interesante al reformularlo dentro de un cuento clásico.

Wendy

A diferencia de 'Érase una vez...', de Brenda Chapman, la versión de 'Peter Pan' de Zeitlin, que firma el guion junto con su hermana, Eliza Zeitlin, que es también diseñadora de producción, el cineasta lleva a su terreno y su estilo. Es más, podría decirse que 'Wendy' es una continuación espiritual de 'Bestias del sur salvaje', al ser una fábula social, en la que los niños acaban aislados del mundo, rodeados de adultos descreídos, símbolo de la inocencia perdida.

Continuación espiritual de 'Bestias del sur salvaje'

Y, claro, las semejanzas con 'Bestias del sur salvaje' no acaban ahí, si en la ópera prima de Zeitlin brillaba Quvenzhané Wallis como Hushpuppy, ahora es el turno de Devin France y su versión actualizada de Wendy Darling. A diferencia de la niña de Barrie, la Wendy de Zeitlin busca no perder la imaginación, la inocencia pero aceptando el paso de la vida, el crecer. Ese razonamiento es cocinado a fuego lento, a través de una historia que queda lejos de relatos de sirenas, piratas y nativos americanos.

Wendy

Este Nunca Jamás es más místico, con un Peter Pan más inocente y travieso, interpretado por Yashua Mack, que, en esencia, es más cercano al concepto de negación de la madurez, estando más relacionado al poder de la maternidad. Es la esencia de la maternidad lo que envuelve al mundo mágico de Zeitlin, ya sea dentro de la figura concreta de la mujer madre como de la metáfora de la Madre Tierra. Es ahí donde el filme tiene su principal fortaleza.

Lo hace que 'Wendy' no llegue al nivel del filme predecesor de Zeitlin es que esta nueva propuesta del director neoyorkino es demasiado deudora de su ópera prima. También comete el fallo de reincidir demasiado en varios simbolismos que son muy evidentes desde el inicio, provocando la sensación de que la cinta da vueltas sobre sí misma, especialmente en su última parte. Una serie de errores que provocan que esa isla mágica, tan interesante como atrayente, no pueda lucir tan bien como debiera.

Nota: 6

Lo mejor: El tren que lleva a Nunca Jamás, su mágica banda sonora y su actriz protagonista, la pequeña Devin France.

Lo peor: La historia acaba perdiendo fuelle en su segunda parte, en la que Zeitlin debía haberse liberado de elementos de la obra de Barrie (como el Capitán Garfio).