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FESTIVAL DE VENECIA

Las tapadas de la 71 Mostra de Venecia

Las tapadas 'Heaven Knows What', 'Ich seh Ich seh (Goodnight Mommy)' y Hungry Hearts' con Adam Driver, aportan un toque de calidad a la 71 Mostra de Venecia.

Por Adrián Peña 1 de Septiembre 2014 | 19:00

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La magnitud de un festival cinematográfico se mide, principalmente, por el número de grandes nombres que tenga en su Sección Oficial. Siguiendo esta argumentación, la magnitud de esta 71 Mostra se mide por películas como 'Birdman' o lo nuevo de Peter Bogdanovich, Abel Ferrara, Fatih Akin o Joe Dante. Pero no sólo de pan vive el hombre. Existen títulos escondidos en una programación imposible (esos que para verlos has de hacer malabares con tu horario y cuadrarlos entre bocata y bocata) que están bajo el radar mediático e, incluso, crítico y que son pequeños descubrimientos de gran valor cinematográfico. Hasta el momento, esos títulos en esta Mostra son 'Heaven knows what' de los hermanos Ben Safdie y Joshua Safdie, 'Hungry Hearts' de Saverio Costanzo y 'Ich seh Ich seh (Goodnight Mommy)' de Severin Fiala y Veronika Franz.

La rareza en términos cinematográficos es una bomba de relojería, te puede estallar en las manos o desactivarse en el último segundo. 'Hungry Hearts' lleva el epíteto "raro" marcado a fuego ya desde su producción al estar financiada por la Rai Cinema italiana, rodada en inglés y en Nueva York, dirigida por un italiano y protagonizada por el californiano Adam Driver, estrella incipiente de Hollywood que ha pasado de ser un icono del cine indie USA a rodar el episodio VII de Star Wars. De alguna manera, esa anecdótica singularidad se ha trasladado a un filme que es un salto sin red al vacío en toda regla, o dicho de otro modo, un trabajo que juguetea constantemente cerca de ese fino borde que separa el suicidio cinematográfico de la genialidad de culto.

'Hungry Hearts' nos presenta a una pareja recién casada y su "tira y afloja" diario por criar y alimentar a su bebé. Dicho de esta manera no suena tan extraño si no fuera porque la película empezara como un '500 días juntos' a la europea (magnífico e hilarante gag inicial) y mutara en una hiperbólica revisión de 'La semilla del diablo' de Roman Polanski. Costanzo, como Polanski, refleja la depresión postparto a través de los códigos del género de terror y coquetea con el giallo italiano en una atmósfera psicológicamente claustrofóbica y en ocasiones deliberadamente ridícula y kitsch. Sin lugar a dudas la película más arriesgada de lo que llevamos de festival.

Otra apuesta arriesgada es la de los hermanos Safdie. Con 'Heaven knows what', los neoyorkinos presentaron una película visceral sobre la vida de una vagabunda veinteañera adicta a las drogas en el Nueva York actual. Un retrato que se siente veraz por varios motivos que vale la pena mencionar. Los directores conocieron a una chica adicta a las drogas y con tendencias suicidas que vivía en las calles de Nueva York. Quedaron tan impactados por su historia que la animaron a que escribiera sobre su vida, lo que hizo en varios ordenadores de las distintas tiendas de Apple que hay en la gran manzana. Al cabo de unas semanas les trajo un documento de más de 150 páginas que fue adaptado en el guión de la película. La chica que interpreta el papel principal de la película es ella misma y el resto de compañeros que aparecen en la cinta son otros adolescentes como ella encontrados en la calle a excepción de su novio en la ficción que es interpretado por el actor Caleb Landry Jones.

Las tapadas de la 71 Mostra de Venecia

El resultado es un impactante trabajo que te sacude con un realismo desolador (quizás empañado por la decisión de contratar a un actor profesional de la talla de Landry Jones) conectado directamente con aquellos adolescentes itinerantes que vimos en 'Paranoid Park' de Gus Van Sant (también interpretados por actores no profesionales), con el nihilismo existencial de 'Trash Humpers' de Harmony Korine y, finalmente, con ese relato de amor fou de Leos Carax en 'Los amantes del Pont-Neuf'.

Terror austríaco

La sorpresa que se llevaron algunas de las personas que asistieron al pase de ayer de la austríaca 'Ich seh Ich seh (Goodnight Mommy)', expresando su desencanto con la cinta marchándose de la sala cuando el filme entraba en sus últimos treinta minutos de violencia explícita, contrastó con los sonoros aplausos de los asistentes que aguantaron estoicamente hasta que acabara la función. Así es el género de terror y, en concreto, el llamado torture porn, o lo aplaudes o lo repeles.

El filme austríaco, producido por uno de los cineastas más perversos del panorama actual, Ulrich Seidl, y dirigido por su esposa, se trata de una horror movie que te domina poco a poco para finalmente zarandearte y noquearte con unas imágenes que harán las delicias de los amantes del cine gore. La película narra la historia de unos gemelos de 10 años de edad que, viendo como su madre actúa de forma distante después de una operación de cirugía estética que le obliga a llevar vendada toda la cara, empiezan a dudar de que esa mujer es su madre. Como si fuera un cruce entre 'El vídeo de Benny' y 'Funny Games' de Michael Haneke filtrado por las luces y sombras de un filme de terror sobrenatural, 'Goodnight Mommy' funciona mejor en su atmosféricos primeros dos tercios que en ese final a modo de reverso del Goya 'Saturno devorando a un hijo'.