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San Sebastián 2019, día 4: 'La inocencia', otra joven directora española que promete

Dos nuevas directoras nos conquistan en la cuarta jornada de Festival: la española Lucía Alemany y la argentina Ana García Blaya.

Por Javier Pérez Martín 24 de Septiembre 2019 | 10:45

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Se va notando ya el cansancio (ayer vi cinco películas y pico; de la sexta, que era buenísima, me enteré de la mitad porque el cansancio venció a la cinefilia, así que no la incluí en la crónica), y el ritmo de pases va bajando. Por suerte me llega que 'Zeroville' es de las malas de James Franco (un autor interesante y también una lotería que solo a veces toca), así que esa ya está tachada. Prefiero arriesgarme con operas primas, sobre todo para poder decir dentro de unos años que yo descubrí a ese director o directora antes que nadie, como los que se quejan de que Rosalía sea ahora mainstream.

Y espero que Lucía Alemany llegue a ser mainstream pronto, porque 'La inocencia', su primer largometraje, es una joya. Es el final del verano en un pueblo valenciano y Alicia y sus amigas dan los últimos coletazos de las vacaciones antes de volver al instituto. Hacen botellón, bailan reggaetón (y temazos de Chimo Bayo), fuman y se buscan novietes. Costumbrismo ligero y local, hablado en un valenciano muy de pueblo, que sabe observar con fidelidad y sin dramatismos facilones la realidad del levante rural, esa sociedad hipócrita y cotilla que tan bien conocemos en los pueblos del este de la península.

'La inocencia'

Alemany exprime naturalidad y credibilidad al reparto joven (a los que acompañan Sergi López y Laia Marull) y parece saber de lo que habla. Retrata con hondura y sin concesiones lo que es pasar de niña a mujer en un pueblo levantino. Alicia descubre el sexo y sus consecuencias, pierde amigas y las gana, decepciona a sus padres y sus padres la decepcionan a ella. 'La inocencia' está llena de situaciones reales (esas sillas al fresco en las puertas de casa en las noches estivales) protagonizadas por personajes que existen de verdad: la vecina que se entera de todo, la madre a la que solo le importa lo que se diga por ahí, el padre autoritario pero irresponsable, la mujer independiente de la que el pueblo habla mal, el gamberrete que vende drogas y tiene buen fondo pero también una tendencia a la masculinidad tóxica más peligrosa. Tenemos nueva directora adscrita a la escuela de jóvenes autoras como Carla Simón ('Verano 1993'), Arantxa Echevarría ('Carmen y Lola') y Celia Rico Clavellino ('Viaje al cuarto de una madre'), que están haciendo películas honestas y relevantes sobre todos los tipos de mujeres que tenemos en España. Ellas son lo más interesante que está pasando en el cine en este país.

Otra joven debutante es la argentina Ana García Blaya, que presenta también en Nuevos Directores 'Las buenas intenciones'. Un pareja separada con tres hijos: el padre es cariñoso pero irresponsable, y la madre que se quiere mudar a otro país con su novio. Los niños adoran al padre, que les ha trasmitido su amor por el rock y los trata como adultos, pero aceptan que tienen que mudarse con la madre, excepto Amanda, la mayor, que está acostumbrada a cuidar de sus hermanos. La directora alterna fragmentos de videos caseros que parecen pertenecer a su archivo real con una historia ligera, muy ligera, casi sin conflicto, pero que se disfruta como una agradable inmersión en los años noventa argentinos más despreocupados. Tengo la teoría de que la gente melómana es más buena, más empática y más inteligente (al menos en lo emocional), porque la pasión por la música requiere escuchar, intentar entender, buscar, descubrir, abstraerse y contraerse en uno mismo; por eso me cae bien esta familia disfuncional (interpretada también con mucha naturalidad por los niños), y perdono al padre su negligencia constante. Creo que es mejor dar más cariño que disciplina que al revés. Una pena que 'Las buenas intenciones' sea tan liviana que llegue a ser larga y redundante incluso durando menos de hora y media.

'A Dark, Dark Man'

En la sección oficial, de la que me estoy perdiendo casi todas (tampoco se habla de ellas demasiado), he visto lo nuevo del kazajo Adilkhan Yerzhanov, 'A Dark, Dark Man'. Ver una película de Kazajistán, una cultura tan lejana y ajena a la nuestra, es un reto, y no sé si no la he entendido demasiado por ello o porque Yerzhanov es el Carlos Vermut de su país. 'A Dark, Dark Man' es un thriller policial lento pero muy bien rodado, en el que una periodista obliga a un policía corrupto a investigar de verdad un asesinato muy sospechoso que él iba a solucionar con mentiras y un falso culpable, como de costumbre. La premisa es sencilla, pero los personajes actúan de formas tan irreverentes que no me ha quedado más remedio que leerla más como una alegoría que como una película realista: en ella se nos muestra un país regido por un sistema cínico, perezoso y perverso (los policías, las mafias, los empresarios y los políticos) en el que puede, si se deja, crecer la bondad y la pureza de los niños, que pasan las horas jugando y dibujando, como las flores de la zona ("feas y tupidas pero dan muy buenos colores", dice un personaje). La semilla de la bondad, plantada por la periodista extranjera, podría dar sus frutos en el policía protagonista, consumido por la oscuridad. También puede que me esté esforzando demasiado por defender una película que ha provocado bastantes salidas de la sala, incluida, según dicen las malas lenguas, la del presidente del jurado Neil Jordan (aunque también dicen que simplemente fue al baño, el pobre).

La odisea de los Darín

También en sección oficial, pero fuera de competición, se ha presentado 'La Odisea de los Giles' del argentino Sebastián Borensztein ('Un cuento chino'). El director y sus protagonistas Ricardo Darín, Luis Brandoni y Chino Darín han visitado el Teatro Victoria Eugenia para presentarla, aunque sin contar nada sobre ella, pero bañándose en calurosos aplausos. Sobre todo Ricardo, que ya recibió el Premio Donostia en 2017 y la Concha de Plata por 'Truman'. 'La odisea de los giles' es una propuesta comercial y accesible, una comedia feel-good sobre unos pobres trabajadores que pierden todo su dinero con el Corralito y encuentran una alocada forma de recuperarlo.

Tan formulaica como efectiva en su humor y en su relato de personajes perdedores que se unen en una improbable banda para llevar a cabo una misión, probablemente funcione bien en taquilla. Darín padre está tan bien como siempre, pero destaco a Brandoni. A sus casi 80 años, ha estrenado dos divertidas comedias en 2019, siendo la otra la infravalorada 'El cuento de las comadrejas' de Juan José Campanella.