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San Sebastián 2019, día 1: Willem Dafoe en Masterchef Celebrity

Desde Donostia con amor: Así ha sido la primera jornada de la 67 edición del Festival Internacional de cine de San Sebastián.

Por Javier Pérez Martín 21 de Septiembre 2019 | 12:35

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Hoy han estado en Donosti Kristen Stewart y Sam Neill, y yo no solo no me he cruzado con ellos (no creo que frecuenten el "bareto" cutre de hamburguesas y bocadillos en el que ya es costumbre comenzar el festival cada año), es que no he visto ni sus películas. De 'Seberg', protagonizada por ella, no me han hablado bien; en 'Blackbird' Neill comparte cartel con Susan Sarandon, Kate Winslet y Mia Wasikowska (ahí es nada), y se dice que es un drama familiar algo teatral pero resultón. Sin embargo, su pase de prensa coincidía con una opción mucho más interesante. Quizá pueda ver 'Blackbird' en otro momento.

Kristen Stewart en San Sebastián

Así es venir al Festival de San Sebastián según mi experiencia de un total de un año (hoy empieza el segundo): un maravilloso Tetris constante para intentar ver el mayor número de películas posibles, no perderse las más interesantes y comentadas e intentar descubrir las joyas ocultas dentro de las varias secciones. A veces es frustrante, pero ojalá todos los problemas de esta vida fueran así: si te pierdes una película por alguna razón, siempre puedes irte a una terraza a comerte un pintxo. O un helado; qué buenas heladerías hay en Donosti.

En este Tetris hay que tener en cuenta las distintas secciones del festival. Mientras que Perlak es una apuesta segura (es una sección que trae películas ya alabadas en otros festivales recientes), la Sección Oficial puede ser una ruleta rusa. Pero no conviene perderse la película que acabe ganando la Concha de Oro, o podrían pensar que eres un cinéfilo desorientado (a mí me pasó el año pasado con 'Entre dos aguas', por supuesto).

Así que hemos empezado el festival con una propuesta de la sección Nuevos Directores, no por hacernos los modernos (esto es eCartelera, no Caimán Cuadernos de Cine), sino porque me interesaba genuinamente 'Scattered Night', una peliculita coreana sobre una niña cuyos padres se están separando, dirigida por dos chicas de mi edad: Lee Jihyoung y Kim Sol nacidas en 1988 y 1992 respectivamente. Y ya han dirigido una película. Lo malo es que eso de "peliculita" se ha acabado cumpliendo en el peor sentido: el conflicto de 'Scattered Night', la separación de una pareja y cómo afecta a sus dos hijos de 10 y 15 años, tiene poca chicha. Lo más interesante es cómo Jihyoung y Sol centran el foco en la niña protagonista, Sumin, hasta el punto de que ella está en el centro del encuadre durante la mayor parte del metraje.

'Ema'

'Ema': fuego, sexo y reggaetón

Comienzo el festival un poco frío, pero dura poco: la segunda película del día es 'Ema', lo nuevo de Pablo Larraín que se puede ver en Perlak. Después de 'No', 'El club', 'Jackie' y 'Neruda' sabemos que el chileno es sinónimo de "fuego", pero en este caso es literal: 'Ema' es la historia de una bailarina pirómana que quiere recuperar por todos los medios a su hijo adoptado. Protagonizada por Mariana di Girolamo y Gael García Bernal (uno de esos hombres que cada año son más guapos), esta es una película histriónica y extrema que pone a prueba incluso a los que somos fans de Larraín. Café para los muy cafeteros. Música electrónica de Nicolas Jaar (que resulta que también es chileno y yo no lo sabía, cuánto talento musical hay en Chile), muchos temazos de reggaetón y una fotografía de escándalo para darle forma a una historia de la que es mejor no desvelar mucho. Para ponérsela a los que atacan al reggateón (tiene un diálogo al respecto para enmarcar) y para reflexionar sobre las convenciones sociales.

Sin tiempo a sentarse para comer, hemos visto la francesa 'Los Miserables', dirigida por Ladj Ly. No sé quién es Ladj Ly (esta es su opera prima, basada en su cortometraje homónimo que fue nominado al César), pero su nombre me suena genial, como a travesti pinchadiscos. En su película no hay travestis, de hecho hay muy pocas mujeres y mucha testosterona, pero se lo perdono. Seguimos a tres policías en el barrio parisino en el que Victor Hugo escribió 'Los miserables' para descubrir que no están mucho mejor ahora. Los polis y los cacos conviven en un equilibrio cómplice de desprecio y respeto mutuo, un poco a lo 'The Wire' en su retrato del cinismo cotidiano e incluso divertido con el que afrontan su trabajo los que deberían servir y proteger pero se han vuelto inmunes a lo humano. 'Los Miserables' es sorprendentemente amena y ligera para la realidad que está retratando, hasta que los miserables, las víctimas, se rebelan en nombre no de la libertad, ni de la igualdad ni de la fraternidad, sino en el de la dignidad. Entonces se vuelve necesariamente dura. Mientras la veíamos, Francia la eligió para los Oscar; buena elección, aunque poco tiene que hacer contra 'Parásitos', la gran contrincante de Almodóvar este año.

'Comportarse como adultos'

Otra que retrata una realidad es 'Comportarse como adultos', la decimonovena película de Costa-Gavras. En su linea política y comprometida, el director griego firma una mezcla de crónica y sátira de la crisis del gobierno griego de Tsipras con el Eurogrupo en 2015. Basada en el libro del exministro de economía Yanis Varoufakis, cuenta cómo fue el choque entre el gobierno de izquierdas griego y la Unión Europea liderada por Angela Merkel. La crisis financiera de Europa para dummies, y una aterradora versión de los hechos que dibuja a las potencias europeas y la Troika como unos bullys, y a los políticos como Tsipras (y Sánchez e Iglesias) más preocupados por sus carreras políticas que por cumplir las promesas que hacen al pueblo. También un preocupante reflejo de cuando estuve a punto de pedir un préstamo a ING para liquidar una deuda que tenía con ellos. No sé nada de economía.

Por último, otro reflejo: los problemas con el alcohol y las resacas imposibles de Robert Pattinson en 'El Faro'. Una de las películas más esperadas del año (por mí, al menos), la segunda de Robert Eggers, el director de 'La bruja'. Eggers se corona como el maestro absoluto de la atmósfera opresiva y paranoica con esta pesadilla en la que dos hombres se encierran en un faro durante semanas. El próximo Batman está bien (incluida una escena de masturbación muy turbia), pero el recital es de Willem Dafoe. Su cara de acorazado Potemkin le viene que ni pintada a esta película en blanco y negro y rodada en cuatro tercios. Sonaría a parodia si Eggers no tuviera tanto talento para embarcarse en viajes hacia la locura. Como en 'La bruja', el terror proviene aquí de la naturaleza salvaje, también la del hombre. Por cierto, me gustaría ver a Willem Dafoe en Masterchef Celebrity, aguantando las críticas de los jueces.