De 'Jerry Maguire' a 'Magnolia': Cuando Tom Cruise se dedicaba a actuar y no solo a poner en peligro su vida

Más allá de ganar otro de esos Oscar a Mejor película seriamente discutibles, recordemos que se enfrentaba a trabajos muy superiores como, por ejemplo, 'Las amistades peligrosas' o 'Armas de mujer', 'Rain Man' estuvo nominada a otros siete premios de la Academia, incluyendo las categorías de Mejor director, actor y guion original, de las cuales también salió victoriosa. Sin embargo, ¿sabéis quién no tuvo ni la opción de pelear por el galardón? Efectivamente: Tom Cruise.

Y eso que nos encontramos ante una de sus interpretaciones más medidas y convincentes, reposadas y estudiadas, enérgica, sí, pero alejada de todo tipo de excesos marca de la casa. Está claro que tener al lado a un Dustin Hoffman incontestable siempre disminuye tus opciones de destacar, pero, incluso así, la sensación que queda varios años después del estreno de la película es que el trabajo de Cruise en ella debería haber sido mucho más valorado.

Junto a 'Magnolia', 'Nacido el cuatro de julio' nos ofrece la mejor versión posible del Tom Cruise dramático, intenso, entregado y alejado del género de acción vertiginosa. Y es que, desde su primera aparición en pantalla hasta ese inagotable plano final de esta obra maestra de Oliver Stone, el actor no se permite un segundo de descanso en un proceso de transformación física, psicológica y emocional que termina por eclipsar la práctica totalidad del conjunto.

Uno puede notar la manera en la que todo el peso de la película recae sobre los hombros de un Cruise superlativo en su reflejo del trauma, la pérdida, el dolor y la rabia. Una interpretación memorable a la altura exacta de la historia que se está contando. Uno de los grandes logros de su carrera, con importante diferencia del resto.

Ron Howard intentando rozar los talones del mismísimo John Ford. Ahí se sitúa el eje central de 'Un horizonte muy lejano', melodrama romántico ambientado en la Irlanda de 1892 donde Tom Cruise y Nicole Kidman reinciden en su extraña pero inconfundible química. Dirigida por un Howard en eterna búsqueda del clasicismo grandioso y, bueno, empalagoso, la cinta se sostiene exclusivamente por su acabado visual, tan elegante como honesto y consecuente con sus objetivos, y dos intensas interpretaciones a la altura de las ambiciosas circunstancias. De esta forma, el resultado final es irregular, sí, pero igualmente disfrutable en su ausencia total de perfección.

Jugando sobre seguro. O, siendo más justos con la verdad, haciendo fácil lo difícil. Con 'Algunos hombres buenos', Aaron Sorkin, en condición de guionista de la cinta, convierte el clásico thriller noventero en cine judicial de primera categoría, equiparable a los mejores momentos del género. En manos de otro guionista, probablemente estaríamos hablando de un trabajo repleto de tópicos y giros previsibles, pero Sorkin consigue mantener el ritmo de una manera ejemplar. Un clásico contemporáneo que no ha envejecido ni una pizca y que se mantiene a día de hoy como una de las películas más valiosas de su década.

Un Sorkin para todos los públicos, medido, inspirado y contundente que se apoya en un tridente de interpretaciones de oro formado por Jack Nicholson, Demi Moore y un espectacular Tom Cruise que derrocha carisma en cada una de sus escenas. Por supuesto, queda para la historia del cine ese último duelo entre su personaje y el de Nicholson, una batalla de talentos explosivos a su máximo nivel que termina con un celebrado empate.

Un año después de subrayar su enorme talento interpretativo en la modélica 'Algunos hombres buenos', Tom Cruise regresaba al thriller judicial con 'La tapadera', estupenda adaptación cinematográfica firmada por el gran Sydney Pollack de la reconocida novela de John Grisham. Acompañado, una vez más, por un reparto de auténtico nivel donde podíamos encontrar a Ed Harris, Gene Hackman o Holly Hunter, entre muchos otros, el actor reafirmaba su capacidad para liderar un proyecto ambicioso desde todos los puntos de vista.

Su personaje, el brillante abogado Mitch McDeere, comienza la historia repleta de ilusión y expectativas para, giro a giro de guion, terminar sumido en un rompecabezas de traiciones, muertes y engaños. Una intriga clásica en el fondo y la forma donde Cruise demuestra sentirse como pez en el agua, comodísimo ante cada nuevo reto dramático y especialmente entregado cuando la película mete la sexta marcha en su tramo final. Y puede que la película no haya envejecido del todo bien, de acuerdo, pero su interpretación se mantiene igual de contundente que el primer día.

Espera, espera: ¿Tom Cruise y Brad Pitt protagonizando una película? ¿Dos de las superestrellas más importantes, exitosas y carismáticas del firmamento de Hollywood unidas? Sí, pero conviene rebajar el entusiasmo lo antes posible ya que esta celebradísima reunión se produjo para dar forma a una de las películas más flojas de sus respectivas carreras: 'Entrevista con el vampiro'.

Esta adaptación de la novela de Anne Rice dirigida con sumo desinterés por un Neil Jordan que, probablemente, tuvo que pasar más tiempo equilibrando egos que planificando escenas, es un auténtico circo visual y narrativo que solamente se puede valorar de forma positiva si no se toma demasiado en serio. Algo parecido a lo que hizo, por ejemplo, un Cruise juguetón que se lo pasa pipa metido en la piel de Lestat de Lioncourt, uno de los personajes más delirantes de su trayectoria. Desconocemos si en su cabeza se trataba de una comedia, pero lo cierto es que es imposible contener la risa frente a una interpretación tan pasada de rosca. Un Cruise realmente desatado.

La segunda nominación al Oscar en la categoría de Mejor actor de Tom Cruise tras la conseguida por su espectacular trabajo en 'Nacido el cuatro de julio' llegó gracias a 'Jerry Maguire', uno de esos personajes capaces de marcar la carrera de cualquier actor. O, al menos, la de cualquier intérprete capaz de sacar auténtico oro de todas y cada una de sus apariciones, entendiendo cada escena como la última. Ayudado de manera innegable por el estupendo guion de Cameron Crowe, Cruise arrasa con todos y todo a su paso, logrando traspasar la pantalla con su energía, presencia e indiscutible personalidad. Se trata, en definitiva, de un actor funcionando al máximo de sus posibilidades. Él es el auténtico motor de 'Jerry Maguire', el elemento diferenciador que convierte esta película en algo más que un mero entretenimiento.

'Magnolia' llegó en el tiempo de descuento para convertirse, de manera automática, en una de las mejores películas de la década de los noventa y la confirmación de un cineasta, Paul Thomas Anderson, como una de las voces más interesantes, atrevidas y deslumbrantes de su generación. Casi doscientos minutos de historias cruzadas repletas de instantes de una emoción extraña pero profundamente conmovedora, capaces de generar instantes de un poder indescriptible a través de un conjunto de personajes memorables interpretados por uno de esos repartos tan espectaculares que cuesta creer que sea de verdad.

Así, Thomas Anderson se sirve de las mejores versiones posibles de intérpretes como Tom Cruise, quien entrega aquí el trabajo más memorable, hipnótico y abrasador de toda su carrera, para construir un monumento narrativo repleto de sorpresas, risas, lágrimas, canciones y lluvia de ranas. 'Magnolia', con un paso del tiempo que no le ha afectado en absoluto, ha crecido año tras año desde su estreno en 1999 hasta convertirse en una de las películas más importantes de los últimos tiempos. Las mayúsculas son obligatorias: Obra Maestra.

Todo en 'Eyes Wide Shut', el trabajo póstumo de ese gigante legendario llamado Stanley Kubrick, es provocador e hipnótico, sugerente y asfixiante, elegante y perturbador. Características principales de una obra maestra incomprendida que, con el paso de los años, ha adquirido felizmente su estatus más justo, el de enésimo clásico dentro de una carrera repleta de trabajos inigualables.

Un logro que hubiera sido completamente imposible sin el salto al vacío, la entrega total de sus dos protagonistas, Tom Cruise y Nicole Kidman, matrimonio real durante el rodaje de la cinta, capaces de llevar el peso de la historia sobre sus cuerpos desnudos. Interpretaciones a ras de piel que calan hasta los mismísimos huesos.

La idea de 'Vanilla Sky', tan absurda como la de, por recordar el ejemplo más representativo en este sentido, la 'Psycho' de Gus Van Sant, era plagiar una película casi plano por plano. Y en este caso, la desafortunada opción escogida fue 'Abre los ojos', cinta original de Alejandro Amenábar algo sobrevalorada que, sin embargo, supuso toda una dosis extra de valentía y riesgo para nuestro cine.

Sin embargo, todas sus virtudes quedaron completamente anuladas por el director y guionista Cameron Crowe, incapaz de aportar algo nuevo o interesante a su punto de partida. Y la solución que propuso el reparto liderado por Tom Cruise, Penélope Cruz y Cameron Diaz fue tirar de presencia para rellenar los huecos. Tampoco funcionó, aunque al menos encontramos algo de entrega por el desolador camino.

El primer gran reto interpretativo de la trayectoria profesional de Tom Cruise llegó con 'El color del dinero', secuela de 'El buscavidas', un clásico inoxidable, dirigida por el mismísimo Martin Scorsese y protagonizada, al igual que su legendaria predecesora, por el eterno Paul Newman. Casi nada. Ante semejante dúo de compañeros, es más que posible que cualquier actor se hubiera sentido insignificante, una auténtica hormiga entre gigantes, pero Cruise no es ese tipo de profesional. Su manera de enfrentarse a cada escena, individual o compartida, no solamente es ejemplar, sino que termina siendo el pilar básico sobre el que se sustenta una interpretación de auténtico peso. Un trabajo, al igual que la película al completa, digna de una fuerte reivindicación.

De acuerdo, si nos ponemos muy exactos está claro que 'Leones por corderos' no es una película en la que Tom Cruise se haya jugado la vida rodando ninguna escena de acción trepidante. Sin embargo, ¿no parece mucho más peligroso enfrentarte a un duelo interpretativo con Robert Redford y, sobre todo, Meryl Streep? La respuesta, a la vista del resultado final de este interesante drama político y periodístico es un rotundo sí. Cruise salió seriamente magullado de esta guerra de talentos.