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GRACIAS, LINDELOF

'Watchmen', o cómo el guionista de 'Perdidos' ha orquestado una de las series del año gracias a la diversidad

Damon Lindelof ha usado lo aprendido en 'The Leftovers' para su misión kamikaze: adaptar uno de los cómics más queridos de la historia añadiendo una relectura política rabiosamente actual.

Por Javier Pérez Martín 18 de Diciembre 2019 | 16:39

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*Este artículo desvela algunos detalles de la temporada completa de 'Watchmen'. Si no la has visto, es mejor que no lo leas. A menos que tu percepción del tiempo sea, como la del Doctor Manhattan, no lineal y estés experimentando todos los momentos a la vez. Entonces haz lo que tú veas.

Cuando HBO anunció que Damon Lindelof estaba preparando una serie sobre 'Watchmen' no parecía el paso natural en su carrera como creador. Después de haber reinventado junto a Carlton Cuse la forma de ver televisión con 'Perdidos', y tras enfadar a gran parte del público con la última temporada de la serie, sus pinitos en el cine ('Prometheus', 'Tomorrowland: El mundo del mañana') tampoco ayudaron mucho a su prestigio como guionista. Fue en HBO donde tuvo el espacio que necesitaba para dar rienda suelta a su voz, y con 'The Leftovers' ayudó a crear la que se está revelando en muchas listas como la mejor serie de esta década. La 'Watchmen' de Alan Moore y Dave Gibbons es una obra maestra que terminó de asentar al cómic como el noveno arte, pero los fans de Lindelof nos preguntábamos si reconoceríamos al autor en su adaptación televisiva.

'Watchmen'

La respuesta llegó con el primer episodio, disponible en HBO España desde finales de octubre: 'Watchmen' es puro Lindelof. Juguetona y sorprendente como 'Perdidos', afilada y autoconsciente como 'The Leftovers' (a partir de su segunda temporada), esta serie resultó no ser una adaptación sino una provocadora secuela que llegaba con ganas de guerra. La primera escena mostraba una masacre ocurrida en Tulsa, Oklahoma, en 1921. El Ku Klux Klan arrasó con lo que se conocía como el Wall Street negro, una especie de utopía en la que los afroamericanos pudieron medrar durante años. Lindelof volvía a empezar un relato desde el desconcierto, como ese inolvidable prólogo de la segunda temporada de 'Perdidos' que presentaba a Desmond en la escotilla, o los principios de las segunda y tercera temporadas de 'The Leftovers', unos relatos autoconclusivos que ligaban solo temática y conceptualmente con lo que contaría la serie durante los siguientes episodios. ¿Qué tenía que ver una masacre racista de los años 20 con 'Watchmen'? Pero además, la gran sorpresa era que Tulsa 1921 es un episodio real de la historia estadounidense que gran parte del público no conocía hasta ahora, lo que convertía esta introducción en toda una declaración de intenciones: esta 'Watchmen' serviría como puente entre la obra de Moore y sus temáticas y el momento que vive Estados Unidos ahora.

Alejándose de Rorschach, Doctor Manhattan, Ozymandias y los demás protagonistas del cómic, y centrada en explorar las dinámicas raciales y la opresión sufrida por los negros en Estados Unidos durante el siglo XX, esta nueva 'Watchmen' no contentaría a los fans puristas de la original ni al público de ciencia ficción que está beligerantemente en contra de que la política se cuele en sus productos de entretenimiento (pobres, no se dan cuenta de que la ciencia ficción siempre ha sido el género más político de todos). Adaptar uno de los cómics con más seguidores fanáticos serviría de excusa para llevar a cabo una exploración de la problemática racial, una de las mayores lacras del país. Y todo ello orquestado por un hombre blanco, con los riesgos de apropiación y mala representación que ello conlleva. Básicamente, Lindelof estaba siendo un kamikaze.

Los primeros episodios fueron una acumulación de pistas, referencias veladas al cómic y misterios que parecían querer expulsar a cualquier espectador mínimamente despistado. Policías enmascarados que se saltan todas las reglas para combatir a una organización terrorista compuesta por supremacistas blancos; un desconocido anciano negro en silla de ruedas que es capaz de asesinar al jefe de policía de la ciudad ahorcándolo de un árbol; una lluvia de calamares caídos del cielo que no parece sorprender a nadie en medio de su rutina. Mientras tanto, un hombre en un alejado castillo convive con clones a los que obliga a representar una y otra vez el nacimiento de Doctor Manhattan en una obra de teatro amateur. Un "¿qué cojones?" constante, una locura distinta cada semana que, por otra parte, han acabado resultando en un final redondo y sorprendentemente claro, inequívoco y autoexplicativo.

'Watchmen'

Pero eso es algo que caracteriza al Lindelof post-'The Leftovers', que ya ha aprendido que lo suyo no es contentar al público (a diferencia de su colega de 'Perdidos' J.J. Abrams, como demuestran las primeras críticas de su última película, 'Star Wars: El Ascenso de Skywalker'), así que se ha propuesto desafiarle constantemente. Ese ha sido su mejor homenaje a Alan Moore, el autor que reniega de cualquier adaptación de su obra y no ha dado su beneplácito a esta serie: hacer una versión totalmente libre, impredecible y subversiva de 'Watchmen'. Aquí descubrimos que Justicia Enmascarada, el superhéroe primigenio cuya identidad nunca fue revelada en el cómic, es un hombre negro que tapó su rostro para enfrentarse a los racistas. Espectro de Seda ya no es una mujer florero sino que se ha convertido en una agente del FBI llena de rabia y con la lengua muy afilada, bastante más parecida a su padre, el Comediante, de lo que estaría dispuesta a admitir. Los racistas han adoptado a Rorschach como su símbolo. Y Doctor Manhattan, como se descubrirá en los últimos episodios, pasa sus días en la Tierra camuflado como un hombre negro.

Demostrando un profundo conocimiento del universo del cómic y sin llegar a cambiar los hechos narrados en él, Lindelof y su sala de guionistas han añadido capas a 'Watchmen', haciendo una re-lectura que introduce nuevos temas que no estaban en la obra original de los años 80. En aquella, la Guerra Fría y los avances agresivos de las potencias eran los grandes peligros que asolaban a la humanidad, lo que llevó a Ozymandias a sacrificar a millones de personas en un falso ataque alienígena para que los países unieran sus fuerzas contra un enemigo común, creando su soñada utopía. La secuela, en cambio, localiza en el supremacismo blanco la mayor amenaza mundial, toda una provocación para aquellos que hoy en día piensan que llamar nazis a los nazis es un insulto y no una defensa de los derechos de todos.

Contra la máscara del miedo y el dolor

Robert Redford lleva décadas siendo presidente de Estados Unidos y aplicando políticas progresistas, como retribuciones económicas a las víctimas de crímenes racistas y sus herederos, y sin embargo el mundo no es mejor. 'Watchmen' nos recuerda que el racismo y la injusticia son como un asesino de slasher que siempre reaparece: simplemente no puedes acabar con ellos. La utopía de Ozymandias es una quimera en un mundo en el que el Doctor Manhattan ayudó a colonizar Vietnam con sus superpoderes y los racistas siguen maquinando a escondidas para evitar que la desigualdad entre razas desaparezca. Ozymandias, interpretado por un divertidísimo Jeremy Irons, está convencido de que salvó al mundo. "Mi mundo acabó en 1921", nos recuerda ese anciano negro que se puso una máscara para ocultar su color de piel y se convirtió en Justicia Enmascarada.

'Watchmen'

El dolor y el miedo que causa la injusticia se traspasan de generación en generación, y ese es, en realidad, el tema central de la serie (narrado en el sexto episodio, 'This Extraordinary Being', una de las mejores piezas televisivas de los últimos años). Pero Lindelof, como el idealista de izquierdas que es, no se queda en el mensaje catastrofista, sino que se apoya en el amor (sentimiento alrededor del cual acaban girando todas sus series) y la esperanza para proponernos una solución, que si bien no acabará con la violencia sí curará más rápido las heridas: fuera máscaras.

Lindelof vendió al principio esta 'Watchmen' como una reflexión sobre qué significa ponerse una máscara para combatir el crimen, una premisa interesante hasta cierto punto en un momento en el que la cultura popular ya ha sobreexplotado todos los tópicos de los superhéroes. Pero la serie ha terminado haciendo una meditación mucho más universal y tremendamente actual: en un mundo en el que muchos se esconden detrás de avatares para luchar contra sus enemigos ideológicos, esos avatares funcionan como máscaras que ocultan nuestra identidad. Una lucha cada vez más polarizada y que nunca resultará sana. "No puedes curarte detrás de una máscara. Las heridas necesitan aire" es la última frase de la serie, que acaba siendo la historia de una mujer negra que logra escapar de la rabia y el miedo que la han consumido durante toda su vida, a ella y a sus antepasados, y se convierte así en la única digna de recibir los poderes de un dios.

'Watchmen'

Y aunque Lindelof no oculta en ningún momento sus intenciones políticas, 'Watchmen' evita caer en maniqueísmos fáciles. En su último episodio, que es sorprendentemente explicativo, expositivo y satisfactorio para esos espectadores que no se sienten cómodos con la incertidumbre, los supremacistas blancos son derrotados y ridiculizados, dando paso a la gran villana de la historia, una mujer asiática. La locura y la maldad vienen con todas las formas y colores.

El triunfo de la diversidad

Nueve semanas después de aquel primer episodio, con el final de temporada recién emitido, críticas universalmente entusiastas y siete millones de espectadores de media por cada episodio según HBO, podemos decir que 'Watchmen' sí era el paso adecuado en la carrera de Lindelof. Su secreto para no acabar inmolándose en esta misión kamikaze lo aprendió mientras hacía 'The Leftovers', en la que poco a poco dejó que las voces de su equipo (la directora Mimi Leder, guionistas como Nick Cuse) se sumaran a la suya y la hicieran mutar y mejorar. Lindelof ha confesado recientemente que se ve a sí mismo como un curador de talentos, cuya mejor baza es rodearse de creativos que le contradigan, le rebatan y le aporten ideas. En 'Watchmen' han sido tan importantes como él la directora Nicole Kassell y su diversa sala de guionistas, compuesta por hombres y mujeres de distintas razas, identidades y orientaciones sexuales, necesarios para tratar la amplia variedad de temas que ha explorado la serie. Así han conseguido mostrar la importancia de la representación en la cultura popular, reflejada en esa Sister Night que tanto marcará a Angela Abar en su vida, o retratar cómo es para Justicia Enmascarada vivir en el armario, el de la rabia pero también como hombre no heterosexual. Incluso los actores, encabezados por la enorme Regina King, han podido opinar e influir en el guion aportando sus puntos de vista personales; la actriz que interpretaba a Lady Trieu, Hong Chau, se acabó convirtiendo en la supervisora de que el lado asiático de la serie fuera realista.

'Watchmen'

A menudo hablamos de las películas y las series como si se trataran de una novela o un cuadro, obra del trabajo de una persona. Pero una película nunca es el resultado directo de las ideas de un director, y en la televisión es aún más claro que una serie es un trabajo colectivo y una carrera de fondo. Ese es el gran acierto de Damon Lindelof, lo que lo ha convertido en el creador televisivo más interesante del momento y le ha ayudado a crear una de las mejores series del año y una necesaria oda al triunfo de la diversidad: la unión hace la fuerza.

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