De 'Anna Karenina' a 'Orgullo y prejuicio': Las 10 mejores interpretaciones de Keira Knightley

No importa el momento, ni la hora, ni el lugar. Cuando uno se encuentra con La Escena de 'Love Actually', y hablamos de una película repleta de momentos memorables, se queda. Una declaración de amor capaz de mezclar unos carteles, la ternura, la creatividad, la resignación y el encanto, con una facilidad pasmosa. Es Richard Curtis en estado puro, multiplicando sonrisas tontas a lo largo y ancho del mundo, permitiendo que Keira Knightley brille desde el silencio. Y menuda manera de brillar.

Puede que, dentro de la trilogía musical creada por el director John Carney, 'Begin Again' juegue el papel menos agradecido. Y no estamos ante una mala película, en absoluto, pero carece del factor sorpresa de la maravillosa 'Once (Una vez)', más allá de no contar con dos talentos de la composición de la talla de Glen Hansard y Markéta Irglová, y no alcanza, desde luego, el virtuosismo emocional y resplandeciente de 'Sing Street', la mejor y más completa del lote. Es decir, se trata más de una cuestión de comparación casi obligada por los nexos de unión que vertebran las tres películas. Sin embargo, se debe insistir, 'Begin Again' es algo más que un vehículo de lucimiento para Keira Knightley y Mark Ruffalo con canciones hinchadas de melodía pop.

Y es que, la segunda película firmada por Carney no dejaba de ser una extensión de su ópera prima y, al mismo tiempo, algo completamente diferente, un disco que, llevando la contraria a la tradición, buscaba el éxito seguro en su cara B. Por supuesto, la propuesta fluye con la misma naturalidad contagiosa y delicada marca de la casa, pero el relato nunca termina de ir más allá de lo esperado. Se trata, en definitiva, de una obra imperfecta pero a la que uno es incapaz de mirar y escuchar con mala cara. Especialmente en todas y cada una de las escenas en las que aparece Knightley, auténtico motor emocional de la película, puro encanto y luz. Se barajaron otros nombres para protagonizar 'Begin Again', pero, a la vista del resultado final, es imposible imaginar una mejor intérprete para convertir a Gretta en maravillosa realidad.

Basada en la vida del matemático británico Alan Turing, reconocido como uno de los padres de la informática y famoso por haber descifrado los códigos secretos nazis contenidos en la máquina Enigma, 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' contiene todos los elementos que uno espera de una película con (evidente) ansiedad por conseguir premios (Oscar, para ser más exactos). Es decir, una historia real potente centrada en un personaje central de altísimo voltaje dramático al que acompañan secundarios que aportan distintos giros a un relato algo mecánico.

A través de un soberbio Benedict Cumberbatch asistimos a una trama que mantiene un ejemplar equilibrio a lo largo de sus poco más de 110 minutos, combinando el thriller de corte clásico con la emotividad imprescindible para contar una vida marcada por la soledad. Y en ese terreno es en el que la película se eleva, sin pisar terrenos lacrimógenos, contando con elegancia un drama humano conmovedor en el que el papel y la interpretación de Keira Knightley juega un papel fundamental. Convincente desde su aparición, a lo que conviene sumar que la presentación de su personaje es de lo mejor de toda la cinta, la británica entiende a la perfección su posición dentro del tablero cinematográfico y ejecuta su misión con tanta elegancia como sensibilidad. Ejemplar.

Y con 'Domino' llegó la polémica. Era inevitable, cuando una película así aparece en la cartelera no queda más remedio que posicionarse de manera contundente. La amas o la odias. La defiendes a capa y espada o la detestas sin término medio ni piedad. Porque hablamos de una propuesta absolutamente radical, delirante, en un movimiento constante de ruido y furia, humor y alucinaciones, sexo y explosiones. No hay tregua, no existe un segundo para respirar. Estás (muy) dentro o completamente fuera. Si ocurre esta segunda situación, Keira Knightley no se va a preocupar por ti.

La actriz se lanza por completo, sin ningún tipo de cadenas, al vacío del exceso y la locura, interpretando de una manera absolutamente salvaje, casi desafiante. Un trabajo que se combina a la perfección con la dirección alucinada y alucinante de Tony Scott y con el guión de Richard Kelly, responsable de la inolvidable 'Donnie Darko', que aquí sirve una trama en la que todo, absolutamente todo, puede ocurrir. Y ocurre. Por su valentía, su golpe en el estómago, su impulso casi suicida y su convicción a la hora de romper toda regla establecida con anterioridad, 'Domino' merece un lugar destacado en la carrera de la actriz.

La novela de Kazuo Ishiguro era un material profundamente complejo y delicado. Su mezcla de ciencia ficción y (melo)drama ofrecía tantas posibilidades como peligros, especialmente en el momento en el que se desvela la auténtica naturaleza de su historia, pero, afortunadamente, el director Mark Romanek, responsable de la siempre reivindicable 'Retratos de una obsesión', supo como manejar todos los elementos hasta conseguir formar una película que pasó injustamente desapercibida para gran parte del público.

Y es una pena, insisto, porque 'Nunca me abandones' es una propuesta con altísimas dosis de cine en su interior, resplandeciendo desde el frío y la lágrima, la melancolía otoñal que baña cada escena, cada plano, cada mirada de su trío protagonista. Keira Knightley, Carey Mulligan y, en menor medida, Andrew Garfield, ponen todo su talento al servicio de unos personajes que se clavan en la memoria, que se retuercen en el corazón, que dinamitan nuestras intuiciones. Sus rostros recogen y reflejan la misma esencia de una película que conviene revisar para admirar una y otra vez.

Es innegable que 'Anna Karenina' es, a nivel técnico, algo muy cercano a la perfección. La majestuosidad de sus decorados, la espléndida fotografía y la omnipresente banda sonora de Dario Marianelli son las mejores armas de una película que sitúa su objetivo en los ojos antes que en el corazón. Si esta adaptación se planteó como la coronación de Joe Wright como uno de los grandes directores de su generación, arriesgado y valiente, entonces se puede entender como un triunfo. Y confundir con egocentrismo.

De lo contrario, si se trataba de transmitir el torrente de emociones que la obra de León Tostói contenía en cada una de sus páginas, el trabajo no se cumplió del todo. Afortunadamente, ahí estaba Keira Knightley, pletórica, inmensa, totalmente mimetizado con la historia, para elevar el conjunto a un terreno mucho más memorable. La actriz aporta esa sensibilidad, ese fuego interno, esa mirada apasionada que requería 'Anna Karenina'.

La segunda colaboración entre Joe Wright y Keira Knightley se resolvió con una obra maestra. De las grandes, de las incontestables, de las que nacen con la capacidad incontestable de perdurar en el tiempo. 'Expiación: más allá de la pasión' partía de un material literario, firmado por Ian McEwan, para construir un auténtico monumento cinematográfico en el que sucedía ese ansiado milagro de que todos los elementos, sin excepción, funcionaran al máximo de sus posibilidades.

Dirección, montaje, banda sonora, fotografía, interpretaciones, guion... todo en 'Expiación: más allá de la pasión' explotaban por completo ante la mirada de un espectador que no podía hacer otra cosa que aplaudir cada decisión visual, emocionarse con cada nuevo giro dramático y, finalmente, abandonar la sala de cine profundamente conmovido. Entre todos los factores culpables de este triunfo se encuentra, evidentemente, el trabajo de una Keira Knightley absolutamente maravillosa, contenida y equilibrada, luminosa y melancólica, resplandeciente en cada escena. Ella es un argumento fundamental para seguir celebrando por todo lo alto este triunfo cinematográfico de primerísimo nivel.

Espera, ¿una adaptación cinematográfica de la atracción de un parque temático de Disney? ¿Y de piratas? Buena suerte, Gore Verbinski. Y vaya si la tuvo. Todo lo que podía salir bien en 'Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra', salió bien. Y aquellos detalles que eran una incógnita, un mar de dudas, también. La apuesta por resucitar un género que parecía muerto y enterrado desde hacía bastantes años se convirtió en todo un éxito mundial, un blockbuster que arrasó con todas las taquillas y que generó una ola de entusiasmo de crítica y público que terminó con una guinda en forma de cinco nominaciones a los Oscar.

Entre sus mayores virtudes destaca, claro, la interpretación protagonista de Johnny Depp, inolvidable Jack Sparrow, y, ojo, una Keira Knightley a la que conviene recordar con mayores dosis de aplausos. Su personaje, pese a caer en algunos de los tópicos más básicos de la clásica damisela en peligros, consigue aportar una fuerza, carácter y frescura deslumbrante. Ella destaca con luz especial dentro de una propuesta que continúa brillando con su sentido de la aventura, su respeto impecable al género, su capacidad para maravillar incluso a aquellos espectadores que nunca han comulgado con el cine de piratas.

Es cierto que este triángulo de fascinación cerebral y física entre Sigmund Freud, Carl Jung y Sabina Spielrein, apuesta por la formalidad estética y la tradición más reconocible del cine histórico de corte clásico, perfecto en su ambientación y representación en la gran pantalla, pero eso no anula una historia repleta de elementos afines a la filmografía de su director, nada más y nada menos, que David Cronenberg.

En 'Un método peligroso' podemos encontrar la lujuria y la pasión, comedida y devota por partes iguales, el sexo, el lado turbio y perturbado de la psique humana, la tensión psicológica y hasta la opresión que la mente humana puede provocar a través de un concepto. Por lo tanto, se cambia el contexto pero no el mensaje o parte del mismo. Y, Cronenberg, narra todo esto con pulso firme y comedido, planos que respetan el origen teatral fundiéndolo con el poder cinematográfico, con una dirección de intérpretes magistral donde su trío protagonista brilla con intensidad mayúscula, especialmente una Keira Knightley que ofrece, una vez más dentro de su carrera, una interpretación arriesgadísima, alejada del camino fácil, fascinante desde un punto de vista puramente gestual. La británica va a por todas, planta cara a sus dos compañeros de reparto, también memorables Viggo Mortensen y Michael Fassbender, y consigue, finalmente, la victoria.

La primera colaboración entre el cineasta Joe Wright, uno de los directores más destacados de su generación, y una Keira Knightley que, tras el éxito brutal de 'Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra' y 'Love Actually' ya saboreaba las mieles del triunfo, ha terminado siendo la película a la que la mayoría de defensores de la actriz acudimos para reivindicar su inmenso talento. Y es que, 'Orgullo y prejuicio', adaptación de la memorable novela de Jane Austen, era un drama romántico de los de toda la vida, con ese inconfundible aroma a gran cine británico, que, cuando funciona, no da más que alegrías al amante del séptimo arte. Y aquí lo hacía.

Wright ofrece una puesta en escena tan detallista como justificada, siempre pendiente de la sutileza por encima de la grandilocuencia, y coloca el peso de la historia sobre los hombros de Knightley. ¿El resultado? El mejor trabajo de su carrera, una interpretación que condensa todas las virtudes de la actriz. A partir de aquí, la británica ha vuelto a brillar de manera contundente, pero nunca con la fuerza y la sensibilidad de Elizabeth "Lizzy" Bennet.