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CRÍTICA

'Cerdita': Nuestra gran película de terror española

Carlota Pereda debuta en el cine expandiendo su cortometraje homónimo en un completo frenesí de bullying y slasher marca España con mucha tensión, sangre y nuestra gran final Girl: Laura Galán.

Rafa Jiménez
Por Rafa Jiménez Más 14 de Octubre 2022 | 11:20
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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'Cerdita': Nuestra gran película de terror española

'Cerdita' fue el Mejor Cortometraje español en los Premios Goya y Forqué 2018, y ahora su adaptación al largometraje es una de las mejores películas españolas de 2022 (lo cual es mucho decir en el año de 'Alcarràs', 'Cinco lobitos', 'As bestas'...). Carlota Pereda debuta en el cine ampliando esa historia veraniega de terror sobre la gordofobia donde la joven Sara se debate entre salvar a sus acosadoras o proteger a ese enigmático asesino en serie que parece ser el único en entenderla. El éxito también le precede: tuvo su exitoso preestreno en el Festival Internacional de Sundance y ha sido aplaudida en San Sebastián y Sitges. Y por fin, el viernes 14 de octubre, llega a todos los cines este intensísimo thriller tan comercial como de autora.

Más que adaptar, amplificar

Es sorprendente cómo todas los interesantísimos hilos de los que tira la directora en su propio guion ya estaban planteados en los 10 minutos de cortometraje (disponible online). Al principio del film, se utiliza incluso la misma localización para recrearlo casi al milímetro. También se mantiene a la soberbia protagonista, Laura Galán, que a sus 36 años choca un poco como la clásica adolescente. En general, la edad de los actores jóvenes puede distancarles un poco de sus personajes supuestamente de instituto. Eso sí, esta licencia con el casting suele tolerarse sin problema con el cine americano, y quizá incluso puede ser parte de esos clichés que la película abraza tan divertidamente. Además, esta única flaqueza de la película se cubre con la mayor ventaja de su adaptación: la atención al detalle que la convierte en una de las grandes propuestas visuales del año.

Ya desde el comienzo, la paleta de colores rosa de los créditos y las no muy sutiles metáforas visuales demuestran un juguetón gusto estético con la marcada iconografía de la película. El mundo adolescente y rural se respiran en una potentísima puesta en escena: todo es tan palpable en la pantalla de cine, tan cotidiano gracias a la precisión en el maquillaje e iluminación de planos cortos, en casas o exteriores, con esas luces, el sudor, las ropas... En cada plano se siente el verano del acertado contexto temporal y la marca España del potentísimo contexto social. Hasta el inteligente vestuario y cada mínimo detalle de fondo cuentan las clases sociales y roles de la película (unos con ventiladores y camisetas sin mangas, y otros con todoterrenos y bolsos caros). Así se cubre la edad de los personajes con mucha inteligencia en el vestuario, la decoración, los complementos y los muchísimos más detalles en las actuaciones sobre cómo hablar, mirar, moverse, indignarse o hasta morderse el pelo.

Terroríficamente española

'Cerdita' juega al entretenimiento, pero con mucha inteligencia. Aunque no revolucione las reglas del terror, se esfuerza por justificarlas y las despliega con toda la necesidad de la trama. No revoluciona el slasher veraniego, pero elimina todo lo inútil más típico americano que suele expulsar a muchos espectadores, y lo llena con un contexto español, mensaje sobre el bullying y tensión palomitera. Así es como se inscribe de pleno derecho en el género pero sin someterse a él: no hay muertes gratuitas, toda escena aporta o se recupera, y todas se narran con estilo. También mejora a otras historias de su género en que no es una película sobre-explicativa. En lugar de que los personajes expliquen la película directamente al espectador, Pereda lo hace con miradas y con la más inteligente dirección de planos jugando al desenfoque y al encuadre más que al montaje. Tan solo en una breve conversación hay una única concesión bastante justificada a lo que podría ser una película discursiva contra el bullying.

Laura Galán en 'Cerdita'

Puede que no encaje en ese considerado terror elevado, en el sentido de ser explícitamente intelectual. Pero detrás de ese slasher americano sí que hay mucha profundidad en el contexto español de vacaciones de verano, tan tradicional de pueblo como actual de redes sociales. Ambos estilos marcan la esencia de 'Cerdita', aunque su guion pasa por muchos más géneros. Todos ellos están tan logrados que aportan incluso más verosimilitud a una historia que fácilmente podría verse como fantasía, y sin embargo no puede parecer más real. Es una película muy coral donde todos los personajes son reconocibles de nuestra sociedad y tienen tanto encanto como sentido. De hecho, se echa mucho en falta tener más tiempo en pantalla de esos maravillosos secundarios como el desternillante dúo de Carmen Machi y su hijo pequeño; eso sí, gracias a la reducida duración de 90 minutos, el metraje funciona como un tiro. Pero sin duda, la historia y el contexto daban hasta para una serie.

Ese marco de fabulosas dinámicas tan reales y españolas entre personajes lo diferencia del estereotipo de instituto en que podría haberse convertido la adaptación, y la erige como un sorprendente retrato social que si estuviera enmarcado en el drama ya tendría garantizado más de un Goya. Algunas de esas dinámicas que están en juego entre el reparto son la adolescencia, las distintas clases sociales y generaciones, la tradición del pueblo, las amistades, el verano, los complejos, la auto-percepción, el perdón y la gracia (no solo no darle a los malos lo que se merecen, sino darles lo que no merecen). Así de completa es 'Cerdita', ¡y todo con entretenimiento! Por ello, puede servir para venderse a nivel internacional como un potente producto comercial pero también como un cercano retrato de nuestra sociedad, pasada y actual.

La Bella y la Bestia

Entre todas esas dinámicas de personajes, la que se convierte en la conductora del relato es la de Sara y El Desconocido, tan icónica y necesaria como la de la saga 'Halloween'. Pereda juega tanto con ellos en el guion de una manera tan orgánica, cambiante, épica y profunda que convierte a Laura Galán y Richard Holmes en los Laurie y Michael Myers españoles. Eso sí, este juego de roles entre víctima y verdugo no habría sido posible sin la vibrante química entre los actores. Galán no decía ni una palabra en el corto, y por eso aquí se luce con sus gemidos, respiraciones, gritos y demás manifestaciones extremas pero realistas del terror de afrontar su género, cuerpo y estatus social.

En esa misma línea de soberbia interpretación no verbal se mueve el realmente casi desconocido Richard Holmes (una nominación al Goya debería acabar con ello). El actor de 'Hasta el cielo' ha rejuvenecido al personaje del cortometraje para poder construir con más sentido esa relación con la protagonista. Su mera presencia y andar ya le inscriben con pleno derecho en el olimpo de los asesinos en serie cinematográficos; pero por si fuera poco, también ha trabajado su imposición física con un sorprendente aumento de peso al estilo de Antonio de la Torre o Christian Bale.

Richard Holmes en 'Cerdita'

Y sí, tras todo ese estudio del contexto y los personajes, el final también cumple con lo que esperas del terror: es apoteósico y completamente desatado. Es cierto que el cuerpo te pide algo más oscuro, que el guion se hubiera atrevido a consumar el puro terror. Pero eso sería ya otro tipo de película, mientras que a esta le toca apostar por lo racional con un toque atrevido. Así se mantiene anclado en esa veracidad que ha marcado toda la película sin dar un volantazo final de estilo, y consigue que el espectador recuerde al salir de la sala que 'Cerdita' no ha sido una mera experiencia visceral, sino que te quiere confrontar, incomodar y decir algo, como ponerle un espejo a la sociedad a la vez que entretiene.

Nota: 9.

Lo mejor: La intensísima relación e interpretación de los dos protagonistas.

Lo peor: Puede distraer un poco la edad de los actores con respecto a la de sus personajes.

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