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CRÍTICA

'Verano del 84': Refrito de nostalgia teen

Cuatro adolescentes están convencidos de que uno de sus vecinos es un asesino en serie y pasarán el verano intentarlo demostrarlo.

Por Luisa Nicolás 1 de Febrero 2019 | 09:00

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La nostalgia por los 80 no parece tener fin. No sabemos si ha vuelto con fuerza por culpa de series como 'Stranger Things' y la nueva 'It', si en cambio debemos este furor al estreno hace unos años de 'Super 8', o simplemente nunca se había ido del todo. Existe más de una generación que añora un tiempo que nunca ha vivido y que hoy día no soportaría. Una época sin smartphones, playstations, google, y oh por Dios, Netflix. Tenemos todo el conocimiento del mundo al alcance, literalmente, de la mano, la oferta de entretenimiento no tiene fin y la tecnología nos hace la vida más fácil. Así que a la hora de contar una aventura juvenil con tintes de thriller, donde un grupo de amigos se obsesiona todo un verano con demostrar que su vecino es un asesino en serie, François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell, el trío tras las cámaras de 'Verano del 84', han encontrado en 1984, sin móviles, cámaras compactas e Internet, el escenario ideal. Hacer una película ochentera y que quede vistosa no parece demasiado complicado, estamos muy familiarizadas con el look, la música retro, la forma de hablar y su cultura popular; añades unos walkie-talkies, unas bicicletas y voilà. Lo complicado es hacerlo bien y sacudirte las comparaciones con los (nuevos) clásicos adolescentes, que tres décadas después seguimos devorando. 'Verano del 84' no lo consigue, y tampoco lo intenta demasiado.

'Verano del 84'

Los cuatro protagonistas, Tommy, Davey, Woody y Curtis, apenas están perfilados como meros arquetipos: el chaval introvertido con mucha imaginación, el malote con chupa de cuero, el nerd y el gordo, porque siempre tiene que haber un niño gordo. Reconocibles como la misma pandilla de 'Los Goonies' o 'Cuenta conmigo', 'Verano del 84' no se preocupa, como sí lo hacían aquellas, en explicarnos qué les ha unido o sobre qué se cimienta su heterogénea amistad, más allá de la típica cabaña en el árbol con el cartel de "prohibido chicas" en la puerta. Sin embargo, aunque las reminiscencias a estas dos películas son incuestionables, el componente thriller y de misterio del asesino en serie, el latente peligro que esconden los perfectos jardines de los suburbios, tiene muchísimo de 'Noche de miedo', un poco de 'Jóvenes ocultos' e incluso algo de 'No matarás... al vecino', películas que realmente se estrenaron en los 90. Y comparada con todas ellas, 'Verano del 84' sale perdiendo.

"Todo asesino vive en la puerta de al lado de alguien", adelanta la voz en off de Davey (Graham Verchere) al principio de la película. Una hipotésis que intentará probar junto a sus amigos cuando descubra que su vecino, el agente de policía Wayne Mackey (Rich Sommer), tiene una puerta en el sótano cerrada con un candado y un comportamiento un poco extraño. Todo el desarrollo de la trama principal, la investigación amateur de los niños, avanza con un ritmo excesivamente lento y el tono nunca termina de acercarse ni al terror, ni a la comedia, se queda en la superficie del thriller y navega entre géneros: no es lo bastante aterradora, divertida o intrigante para generar un impacto en el espectador. Una aventura que se decanta por un realismo hastiado, donde las pruebas contra el vecino, si acaso ciscunstanciales, no deberían ser suficientes ni para mantener el interés de los propios personajes. Son 106 minutos de metraje que no se vuelven realmente intensos hasta su tramo final, donde 'Verano del 84' da un giro bastante inaudito para este tipo de producciones. Una sorpresa que, como ya hiciera Stephen King en 'It'; aprovecha el género para hablar del fin de la infancia y la inocencia frente a un mundo donde existe la crueldad y el dolor, en el wue los monstruos son de carne y hueso. Pero para cuando llega, ya es demasiado tarde para salvar la película.

'Verano del 84'

El cliché de la mujer explosiva

Sommer, al que hemos visto sobre todo en televisión y en una faceta más cómica con series como 'Glow', 'Love' y 'Wet Hot American Summer'; no encuentra mucho apoyo en el guion, y sin embargo se las apaña para sembrar con sus expresiones, entonación y lenguaje corporal la auténtica sombra de la duda sobre el vecino amable y solitario. Si su personaje es lo mejor y más interesante de la película y los niños solventan el trabajo sin resultar realmente molestos o cargantes, la trillada construcción del único personaje femenino con más de tres líneas de diálogo es casi insultante en pleno 2019. Nikki (Tiera Skovbye) es el prototipo de la chica de al lado, antigua niñera de Davey e interés amoroso de absolutamente todos los preadolescentes de ese pueblo. Su desarrollo no va más allá de su sexualidad explosiva, ni siquiera cuando se utiliza el divorcio de sus padres para justificar que se una a los chavales en la caza del asesino. No hay forma de argumentar que la chica de 17 años más popular del instituto pueda sentirse atraída por el vecino tímido al que solía cuidar de pequeño. Nikki solo existe como un ideal, una fantasía sexual.

'Verano del 84' es un bienintencionado homenaje al cine de aventuras, capaz, en ciertas ocasiones, de jugar con las expectativas de la audiencia y mezclar la inocencia del cine ochentero con el lenguaje audiovisual del thriller actual a través de jump scares y una banda sonora saturada de sintetizadores. Se atreve a llegar a lugares donde otras películas enfocadas a un público juvenil o familiar ni se plantean (ha terminado con una calificación para mayores de 16 en España), un giro sorprendentemente fresco para una aventura que ha estado cociéndose a fuego lento, muy lento, demasiado lento. Pero las buenas intenciones no son suficientes ante un material trillado y su falta de originalidad y personalidad. El resultado es un refrito que se mueve en un terreno que demasiadas películas han cubierto ya con mejor fortuna.

Nota: 3

Lo mejor: La interpretación de Rich Sommer, entre bonachón y creepy de cuidado.

Lo peor: Que haya un personaje tan básico, idealizado y sexualizado como el de la "vecina buenorra", por favor, que estamos en 2019.