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CRÍTICA

'Desencantada: Vuelve Giselle': Ni Amy Adams consigue salvar una secuela fallida

Amy Adams regresa como Giselle en la segunda parte de 'Encantada', que intenta traer de vuelta la magia de los cuentos de princesas 15 años después.

Gonzalo Franco
Por Gonzalo Franco Más 19 de Noviembre 2022 | 13:30
Periodista especializado en cine y televisión a tiempo parcial, fan de Star Wars a jornada completa.

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'Desencantada: Vuelve Giselle': Ni Amy Adams consigue salvar una secuela fallida

En la época de la nostalgia y la resurrección de historias y franquicias, 'Encantada: La historia de Giselle' no podía irse de vacío. La icónica película protagonizada por Amy Adams no ha sido ajena a un movimiento hollywoodiense que, con mayor o menor fortuna, ha ido reciclando todas sus gallinas de los huevos de oro. Así, ha llegado a Disney+ 'Desencantada: Vuelve Giselle', un intento por darle la vuelta a la fábula original.

'Desencantada: Vuelve Giselle'

En la cinta, como en el mundo real, han pasado ya varios años desde que Giselle abandonara su ficticio reino de Andalasia para irse a vivir "felices para siempre" con Robert Philip a la Gran Manzana de Nueva York. Pero la vida le ha acabado pasando por encima, y lo que antes era un lugar lleno de posibilidades infinitas ahora le ahoga en una rutina aburrida y estresante. Así, deciden mudarse a las afueras, en Monroeville. Pero cuando los problemas vuelven, Giselle deseará con todas sus fuerzas que el mundo sea un cuento de hadas perfecto, que se parezca más a Andalasia. Esto provoca una serie de fatídicas consecuencias en el lugar.

Mucho hechizo para tan poca magia

La premisa de 'Desencantada' es francamente interesante. Tratándose de una secuela absolutamente innecesaria (por mucho que los fans de la original la demandasen) y habiendo pasado 15 años, la idea de darle la vuelta a la tortilla es original y divertida. Sin embargo, todo se queda en intención. Más allá de lo curioso de la trama, no hay mucho más de donde se pueda rascar.

'Desencantada: Vuelve Giselle'

En el momento en el que la magia entra en Monroeville, la película no es capaz de desarrollarse e ir más allá. Es hilarante descubrir cómo los personajes y lugares se transforman en elementos de los clásicos cuentos de princesas de Disney. Pero en cuanto esa ilusión se pasa, 'Desencantada' queda abocada a la nada. La mayoría de tramas no llevan a ningún sitio o son demasiado aburridas y obvias.

Toda la magia con la que contaba la original en esta ocasión ha desparecido. Se intenta camuflar con decorados llamativos y efectos especiales, pero lo que subyace en el fondo es una historia pobre, inocua y sosa. El humor no encuentra la chispa, los giros son muy burdos y absurdos, el ritmo telenovelero va a trompicones... No hay lugar para la sorpresa, para soñar. Y 'Encantada' debería tratarse de eso.

'Desencantada: Vuelve Giselle'

Cuanto más meta, mejor

Los momentos más salvables de 'Desencantada' son aquellos en los que más autoconsciente se vuelve. Cuando juega únicamente con el cliché y el guiño descarado a determinadas secuencias reconocibles de las películas de princesas es cuando consigue generar interés. Una lástima que Adam Shankman, el director, no se guste más con el trabajo detrás de las cámaras, porque sus escasos instantes creativos sacan a relucir el potencial que existía en el proyecto.

Es evidente que 'Encantada', en su propia esencia, lleva implícito el ser un homenaje constante a todas aquellas cintas clásicas. Y cuando, en lugar de hacerse únicamente con fines estéticos, se emplean con una finalidad narrativa, 'Desencantada' gana enteros. El ejemplo más claro es la trama de la madrastra, demasiado estirada pero que permite las secuencias más juguetonas de toda la película.

'Desencantada: Vuelve Giselle'

Amy Adams, otro nivel

Claro que buena parte de la culpa de que esos momentos sean los mejores la tiene Amy Adams. La actriz vuelve a dar otro recital interpretativo sublime, elevándose muy por encima del conjunto que es 'Desencantada'. Es capaz de transmitir la más pura inocencia para, medio segundo después, ser la mujer más vil y despiadada que existe. Con mucha credibilidad, como si no costara nada. Es una de las mejores actrices de los últimos 20 años y en esta película lo demuestra una vez más.

El resto del elenco también está bastante acertado. Se nota mucho el empeño y el cariño que los intérpretes originales le tienen a sus personajes. Patrick Dempsey como Robert, James Marsden como Edward, Idina Menzel como Nancy... Y los nuevos también le imprimen la entrega y el desparpajo que se requiere de ellos. En ese aspecto, 'Desencantada' sobresale. Si tan solo hubiera tenido un buen guion...

'Desencantada: Vuelve Giselle'

Música y fantasía

La banda sonora era uno de los ingredientes más importantes de 'Encantada'. El legendario compositor Alan Menken recibió tres nominaciones a los Premios Oscar por aquel trabajo. Ahora, regresa con la idea de modernizarse y, a su vez, mantenerse arraigado a la esencia de la original. Y lo consigue, aunque sin dar su mejor nivel.

Las nuevas canciones de la banda sonora de 'Desencantada' son convincentes. Especialmente ese 'Love Power' interpretado por Idina Menzel (Elsa en 'Frozen'), una de las voces más potentes de Disney. El gran pero que tienen es que no son melodías tan pegadizas y tarareables como las de la primera película, y tampoco resuenan con tanta fuerza como algunos de los mejores trabajos del compositor. En cualquier caso, es un apartado en el que el filme también cumple.

En resumen, 'Desencantada' es la ejemplificación de que hay secuelas que no deberían hacerse. Aunque el trabajo por encontrar una historia sea loable, y su reparto y apartado técnico den el contrapunto positivo, en líneas generales es una película aburrida y sin gracia. Un trámite que se ve y se olvida con facilidad, que no aporta nada y ensombrece el bonito legado que labró en su día 'Encantada'.

Nota: 5

Lo mejor: Amy Adams, que juega en otra liga, y la premisa, que evidencia que había potencia para algo más.

Lo peor: El desarrollo de la película es torpe y aburrido, no consigue generar demasiado interés.