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CRÍTICA

'Entre dos aguas': El sueño va sobre el tiempo

Doce años después de 'La leyenda del tiempo', Isaki Lacuesta nos trae la continuación de la historia de aquellos dos hermanos en 'Entre dos aguas'

Por Ana Bravo Díaz 30 de Noviembre 2018 | 10:00

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Doce años después de la segunda película de Isaki Lacuesta, 'La leyenda del tiempo', el largometraje que se movía entre la realidad documental y el drama guionizado (cocinado a través del master en documental creativo de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona) llega a nuestras pantallas la continuación, ahora sí con un guion puramente ficcionado que bebe de ciertas vivencias de sus protagonistas: 'Entre dos aguas'.

'La leyenda del tiempo' se acercaba a la isla de San Fernando, cuna y hogar de Camarón de la Isla, y contaba dos historias que sucedían casi en paralelo. Por una parte teníamos a Isra y Cheíto, dos hermanos gitanos de 13 y 14 años respectivamente en pleno duelo por la muerte de su padre; por otra la historia de la enfermera japonesa Makiko, que como muchas otras chicas de su país vienen para aprender a cantar o bailar flamenco.

Isra pequeño

En 'Entre dos aguas' nos centramos única y exclusivamente en la historia de los dos hermanos más de una década después, y cómo sus caminos se han dividido por un elemento indispensable en esta cinta: el tiempo y su inevitable paso. Si en 'La leyenda del tiempo' éramos testigos de su retrato de juventud en un área marginalizada y sus proyecciones de futuro, en esta continuación la crudeza del relato nos pone cara a cara con el presente de esos niños que tenían todo el mundo por delante y cuyas decisiones han arrastrado a posiciones distintas entre ellos, y diferentes a su punto de inicio en la película anterior.

Tras el éxito de 'La próxima piel'

Ganadora de la Concha de Oro en la 66ª edición del Festival de cine de San Sebastián y del Astor de Oro como mejor película y mejor actor (para Israel Gómez Romero) en el Festival Mar del Plata, la película cuenta con guion de Isaki Lacuesta, Isa Campo y Fran Araujo, trío que repite al guion tras el éxito de 'La próxima piel'. Isa Campo, pareja de Lacuesta, le ha acompañado como coguionista en otras cintas como 'Los condenados', 'Murieron por encima de sus posibilidades', 'Los pasos dobles' y codirigió 'La próxima piel'); Fran Araújo es, entre otras cosas, productor de series de actualidad como la futura 'El embarcadero', 'Vergüenza', 'Arde Madrid' o 'Gigantes' y también ha sido guionista en 'La peste'.

Isra mayor

'Entre dos aguas', que es el noveno largometraje de Lacuesta, deja un poso de gran amargor al hacerte testigo de la realidad actual de aquellos dos jóvenes protagonistas y cómo sus vidas se han visto marcadas no sólo por el paso del tiempo, los errores y las circunstancias, sino por la soledad, la resistencia a la redención y ciertos fantasmas del pasado (como es la dificultad para superar la muerte del padre). Cheíto, el mayor, es un marino en la disyuntiva de pasar temporadas fuera de casa; Isra acaba de salir de la cárcel después de pasar 3 años por tráfico de drogas y prácticamente no tiene adonde ir ni a qué dedicarse.

El tiempo no perdona

La crítica social es palpable en cuanto al retrato de la marginalidad, de la exclusión social y de la falta de oportunidades en uno de los lugares con más paro de España, aunque tal como su director manifiesta, no es un motor para el film. Haciendo referencia a su propio título, la cinta se mueve entre las dos aguas de estos hermanos y encara los caminos de la vida o la dificultad de tener que madurar demasiado pronto y sin un buen apoyo de base.

hermanos

'Entre dos aguas' cuenta con menores dosis de ilusión y más de frustración que su predecesora, pues nuestros protagonistas ya son adultos y han dejado atrás ciertas expectativas de futuro que les eran más posibles en esa óptica de la niñez. Una historia de aire costumbrista que respira humanidad a través de sus protagonistas, y que además del propio drama intrínseco cuenta con algunas dosis tanto de humor como de mucha pena ante la falta de redención y oportunidades para nuestro protagonista.

En definitiva, un retrato que resulta doloroso por su crudeza, y del que no puedes escapar en las dos horas y cuarto de película. Un relato incómodo ante el que identificarte pese a la distancia (no precisamente territorial) y con la capacidad de hacer invisible un guion que nos hace testigos de estas vidas desde dentro.

Nota: 8

Lo mejor: La naturalidad del guion para disiparse en el relato y la humanidad de su historia.

Lo peor: Su duración y la crudeza de su temática pueden alejar a cierto público.

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