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CRÍTICA

'Los Renglones Torcidos de Dios': todo lo que esperas de Oriol Paulo, ni más ni menos

Esta sólida adaptación de la novela de Torcuato Luca de Tena presume un sublime tour de force de Bárbara Lennie y la intensa intriga propia de su director a un nivel más estándar que sus anteriores películas.

Rafa Jiménez
Por Rafa Jiménez Más 6 de Octubre 2022 | 09:19
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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'Los Renglones Torcidos de Dios': todo lo que esperas de Oriol Paulo, ni más ni menos

El giro por bandera. Ese es el dinámico estilo cinematográfico con el que Oriol Paulo ha conquistado a tantísimos espectadores de salas y streaming, a nivel nacional e internacional con taquillazos en China. También ha vuelto a ser requerido por dos grandes productoras como Warner y Atresmedia tras apoyarle en su exitosa 'Contratiempo' y la última 'Durante la tormenta'. Quizá un director tan popular pero a la vez serio como él era el mejor candidato para adaptar un libro aún más conocido como es 'Los renglones torcidos de dios', en cines el jueves 6 de octubre. En su ya cuarta película, el director catalán roza el peligro de repetir demasiado sus claves para construir una obra muy sólida, la más grande de su carrera pero también la más clásica.

Mucho trabajo y (quizá demasiada) personalidad

El estreno reciente de 'Dune' ya resucitó el término de novela inadaptable que también podría otorgarse a este registro de patologías mentales publicado por el periodista Torcuato Luca de Tena en 1979. Tan conocida como larga, la obra narra la historia de la detective Alice Gould y su supuesta investigación de un asesinato en un psiquiátrico. Además de repetir con su co-guionista habitual, Lara Sendim, Oriol Paulo también ha contado con Guillem Clua para depurar al máximo el libro, tal y como enseñó este último en su cuenta de Twitter. Esa es solo una prueba más de que, con Oriol Paulo, la trama sólida de un cine de autor y el entretenimiento de un blockbuster pueden ir de la mano. Así consigue una amplia representación de los estados de locura dentro de una intriga similar a 'Shutter Island' con un alcance visual como el de 'El resplandor'.

Ese estudio sobre la locura tan explícito en la novela ha supuesto un reto salvado con mucho trabajo, pero evidentemente resulta inabarcable. El equipo ha trabajado con profesionales del campo y personal del Observatorio de Salud Mental de Cataluña para contextualizar la trama; pero al final, se trata de si la protagonista está loca o no. En este sentido, los fans acérrimos del libro pueden sentirse algo decepcionados ya que, en general, 'Los Renglones Torcidos de Dios' es más una película de Oriol Paulo que una adaptación a medida de la novela o un estudio de los síntomas de las enfermedades mentales. Hay alguna excepción, como la mejor escena de la película donde el director del centro (Eduard Fernández) emite un diagnóstico especializado muy inteligentemente trasladado a la pantalla por el director con un creativo montaje visual y sonoro.

La locura está muy bien representada, pero no es una película loca ni sobre esas enfermedades. No aprendes más sobre ellas, pero las ves. En este gran salto de escala en su filmografía, Paulo rellena una gigantesca puesta en escena con personajes secundarios y figurantes constantemente metidos en sus enfermedades, aunque sea meramente de fondo. El casting es una de las mejores bazas de la película y hace que merezca la pena verla en pantalla grande: mires a donde mires, siempre hay un renglón torcido que te choca. Pero la película no va de ellos; son un buen contexto, pero se quedan en eso: un recurso narrativo que crea la atmósfera para que brille el auténtico centro de la narración. En este caso, Alice Gould, o lo que es lo mismo, una de las mejores actrices de nuestra industria audiovisual y casi del cine en general: Bárbara Lennie.

Bárbara Lennie en 'Los Renglones Torcidos de Dios'

La locura de Alice y el talento de Bárbara, dignos de estudio

A pesar de todo ese trabajo con la novela, el director ya nos confesó en su entrevista en exclusiva con eCartelera que tuvo que delimitar el foco de su película; en este caso, la investigación de Alice Gould y el debate sobre su cordura. En consecuencia, como dan a intuir los pósters, Bárbara Lennie es el férreo centro sobre el que pivota toda la película. Ya no es un recuerdo enigmático como en 'Contratiempo'. Gracias a ella, el trastorno de la paranoia y la mentira compulsiva es el único que sí está representado en amplio detalle a través de planos y diálogos. La ganadora del Goya por 'Magical Girl' busca repetir premio con una preciosa danza entre los borrosos límites de la locura y la cordura. A pesar de que su trayecto identitario recuerde demasiado al de inocente vs culpable de su compañero Mario Casas en 'Contratiempo', su actuación está completamente libre de clichés y extremos sobreactuados de ser o muy racional o muy irracional. Lennie invita a bailar con ella esta ambigüedad y analizar desde muy cerca en muchos soberbios primeros y medios planos si todo ese magnetismo proviene de su inteligencia o de su patología. Pero sea el caso que sea, uno no puede dejar de mirar.

Justo en el extremo contrario se sitúa el médico de Eduard Fernández, definido quizá demasiado bruscamente con una posición fija; esto le hace ser el personaje más plano y menos versátil en cuanto a actuación (lo cual no impide que su intérprete se luzca lo que puede). Esto le deja la escala de grises y dudas a la joven y muy talentosa Loreto Mauleón, que nos recuerda que su aclamado papel de 'Patria' no fue una excepción. Ambos tienen roles bastante secundarios, pero aportan entretenimiento y perspectiva mientras el espectador elabora su veredicto sobre Alice. Esos tiempos de pausa también son necesarios.

Ya con 'El Inocente', la miniserie rodada justo antes de 'Los Renglones Torcidos de Dios', Oriol Paulo dio el salto de un drama épico de dos o tres personajes a todo un entramado de relaciones. A pesar del reinado de Lennie, esta es una película muy coral que permite brillar a algunos secundarios como Pablo Derqui ('Dos') o la gran revelación que es Samuel Soler en un fantástico doble papel. Aunque las patologías de ambos se dibujan un poco más, al final su función principal es la de una mera subtrama necesaria para ser utilizada demasiado evidentemente en los giros finales. Al estar demasiado instrumentalizados, los actores de reparto rellenan sin mucho poso narrativo (que no visual) las dos horas y media que se hacen un poco largas. Sus tramas se sienten casi todo el metraje como un empaste que no es necesario hasta el final. Aunque se representan con mucha fidelidad y respeto, a estas subtramas de pacientes les ocurre lo mismo que al interesante contexto histórico sobre la Transición: nada de ello se mantiene por separado y se recuerdan más como una herramienta narrativa que como una historia sólida; son un medio para un fin.

El reparto principal de 'Los Renglones Torcidos de Dios'

Esos grises son una consecuencia del riesgo por no realizar una adaptación estándar. Oriol Paulo no se ha limitado a calcar la novela en un vuelco narrativo sin personalidad. 'Los Renglones Torcidos de Dios' desprende la clara personalidad de su director en cuanto a guion, montaje, relaciones... La estructura temporal rota con flashbacks dudosos es heredera de la de 'Contratiempo', y 'El Inocente' ya anticipó esta escala y estructura narrativa mucho más ambiciosa. Pero por eso mismo, esa personalidad es exactamente la misma que ya hemos visto en sus anteriores trabajos; tan intensa como ellos, casi igualando sus recursos, pero sin mejorarlos. El estilo funciona, sí, pero se advierte demasiado el peligro de la repetición de claves sin novedad en ellas o sin el riesgo del género de 'Durante la tormenta', por ejemplo. Ya no somos neófitos en el cine de este gran director español, y 'Los Renglones Torcidos de Dios' satisface más que suficientemente las expectativas del sello de Oriol Paulo para no suponer un paso atrás aunque tampoco suponga una revolución hacia adelante como todos sus anteriores proyectos.

Nota: 7.

Lo mejor: el tour de force de Bárbara Lennie, sublime es poco.

Lo peor: el desarrollo de la trama y las sorpresas son las más estándares y repetitivas del director.