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PREMIOS GOYA 2019

Sobre Goyas, huevos y mujeres

Laura Pedro es la primera mujer en ganar el Goya a los mejores efectos especiales, pero su momento se convirtió en un chiste de huevos.

Por Javier Pérez Martín 3 de Febrero 2019 | 11:44

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A los españoles nos gusta el humor, el vino y las mujeres. Anoche hubo mucho humor y muchas mujeres en la 33ª edición de los Premios Goya, y hay un 100% de probabilidades de que hubiera vino en las muchas y variadas fiestas que el cine español se pegaría después de la gala a lo largo y ancho de Sevilla.

El humor vino de la mano de cinco guionistas, David Martos, Antonio Castelo, Luis Fabra, Kaco Forns y Pilar de Francisco, todos ellos colaboradores y gente de confianza de los dos valientes que se pusieron al frente de todo esto, Silvia Abril y Andreu Buenafuente. El guión fue bastante flojo, demasiados chistes malos de política (la política española no es inherentemente graciosa solo porque sea inherentemente cutre y trágica), pero los dos presentadores estuvieron bien, sin destacar pero sin hacer el ridículo, que es un poco el listón que dejaron el año pasado Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla. Ya sabíamos que Buenafuente podía hacerlo, e imaginábamos que Silvia Abril, que es lo más parecido a Amy Poehler que tenemos en España, también podría.

Las mujeres vinieron ellas por su propia cuenta, en AVE todas, y se llevaron algunos premios. Y eso que había una veintena de mujeres nominadas frente a ciento y pico de hombres. Ninguna en la categoría de mejor dirección pero, poéticamente, tres nominadas a mejor dirección novel. Es decir, ellas son el futuro (pobres hermanos José y César Esteban Alenda, que no encajan en la narrativa).

Premios Goya 2019

Aunque para poético el momento en que David Broncano (el hombre que, no sé si a su pesar o no, es más admirado por la resistencia machista de este país) y Berto Romero protagonizaron su divertido gag presentando la categoría de mejores efectos especiales colgados de unos arneses. Por primera vez una mujer, Laura Pedro, recogía el Goya en este apartado, demostrando a las niñas y jóvenes que estuvieran viendo la gala que pueden aspirar a dedicarse a ello (la presencia femenina en este terreno técnico se cuenta en un deprimente 1%). Pero la atención de toda España estaba puesta en dos pares de huevos, los de Broncano y Berto, cuya graciosa intervención se alargó más de lo deseable hasta dejar de ser graciosa e incluso dejar de ser intervención. Mientras dos hombres hacían humor sobre sus huevos, una mujer pionera tuvo que conformarse con participar del chiste.

Laura Pedro podría haber formado parte de los momentos más emocionantes de la gala, como Carolina Yuste recordando que el 70% del equipo de 'Carmen y Lola' eran mujeres, Eva Llorach siendo la persona que más mola salida de Murcia, haciendo un Frances McDormand y haciendo levantarse a Penélope Cruz ("¡Qué pocas somos!") o Jesús Vidal haciendo llorar a toda España. Pero tuvo que reírle los chistes de huevos a Broncano y Berto.

Premios Goya 2019

Y la culpa no la tienen Broncano y Berto. Quizá ni siquiera los presentadores ni los guionistas ni los productores ni la Academia (como dijeron Silvia Abril y Buenafuente, hay cosas que en papel quedan bien y luego...). Como nadie tiene la culpa tampoco de que ocho hombres homenajearan a Chicho Ibáñez Serrador porque cuando uno se pone a buscar a mujeres directoras de películas de género pues no están, no aparecen, ni aquí ni en Hollywood ni en China, donde ahora son muy cinéfilos también.

No sé ahora mismo quién tiene la culpa, pero sí sé que la que tuvo muchos huevos fue Arantxa Echevarría. Previsible pero no por ello menos justa ganadora del Goya a mejor dirección novel, Arantxa le dedicó su premio a los que no quieren que haya leyes contra la violencia de género, los que no quieren que la sanidad pública practique abortos o ayude en su transición a las personas trans. En fin, Arantxa Echevarría le dedicó a VOX su Goya ganado con una película que cuenta muy bien que hay mujeres, gitanas incluso, a las que también les gustan las mujeres, y el humor, y muy probablemente el vino.

El discurso de Eva Llorach