De 'Hostiles' a 'Ámsterdam': La última década de Christian Bale, de peor a mejor

'Knights of Cups' es exactamente el tipo de película que los detractores de Terrence Malick pueden señalar como resumen perfecto de los defectos más contundentes del discurso creativo del director. Vacío por vacío, incoherencia por voluntad propia, descontrol narrativo en busca del verso en el aire, densidad en el aire, la insoportable levedad del ser y, por desgracia, de las agujas del reloj durante cerca de dos horas que dan la sensación de no acabar jamás.

Un despropósito que parece firmado por un mal imitador del director y que hizo saltar las alarmas incluso de aquellos que continuábamos confiando en él tras la polémica 'To the Wonder'. La nada más absoluta, la reiteración de formas y fondo, el espejismo de lo que un día no tan lejano fue Malick. ¿Y Christian Bale? Pues como el resto del reparto, caminando sin descanso en mitad de (y hacia) la nada más absoluta.

Si saben cómo se pone ¿pa' qué seguir invitando a Taika Waititi? Tras el brutal éxito de la (fallida) 'Thor: Ragnarok', el cineasta se encontró con carta blanca para poner en marcha una nueva ración de la tontería casi constante, el chiste permanente, el confeti visual y los secundarios insoportables. Exceptuando su buen arranque, algunos momentos oscuros, un villano más o menos apañado, pese a la excesiva interpretación de un Christian Bale que está claramente en otra película, 'Thor: Love and Thunder' no va mucho más allá de la broma tontorrona e intrascendente.

A nadie se le escapa que David O. Russell se ha convertido en uno de los grandes amigos y cómplices creativos de Christian Bale desde que iniciaran su relación artística con la sobrevalorada 'The Fighter', película con la que el actor logró un merecido Oscar. Sin embargo, la cantidad de veces en las que han unido sus caminos no se ha visto reflejada, ni muchísimo menos, en grandes noticias cinéfilas, ya que, en la práctica totalidad de los casos, el resultado siempre ha estado mucho más cerca de la decepción que de otra cosa. Y en la reciente 'Ámsterdam', bueno, las cosas no cambian demasiado.

Momentos brillantes, de cine puro, combinándose con el horror, el delirio y la estupidez más pretenciosa. Así va dando vueltas y vueltas una película que, al menos en lo que respecta a la interpretación de Bale, encuentra algún que otro momento de alto nivel. Excesivamente masacrada por la crítica, 'Ámsterdam' es una propuesta fallida e irregular donde destacan con todavía más fuerza los esfuerzos de su entregado reparto.

No es un buen comienzo abrir una trama bíblica con una batalla que parece un descarte de 'Gladiator', pero aun así, los primeros minutos de 'Exodus: Dioses y reyes', otra vez, nos permiten imaginar un destino mejor para el resultado final. Hasta que Ridley Scott pone la película en punto muerto y, sencillamente, deja que todo siga su curso sin el mínimo margen para la sorpresa o la emoción.

El reparto, incluyendo a Christian Bale, es un desastre en su totalidad, aunque Joel Edgerton llega a la cima del ridículo con su Ramsés, y sus 151 minuto (¡!) una losa que cae sobre la espalda de un trabajo que apenas puede respirar en su esencia de monumental descalabro. Incluso su atractivo principal, las plagas y el clímax de aguas abiertas, no cumplen más que con el aprobado justo. Momentos aislados que no consiguen, en absoluto, convertir a 'Exodus: Dioses y reyes' en algo más que una película en piloto automático, una historia mal contada, ejecutada sin nervio, sin alma y sin el más mínimo sentido del género.

Nadie niega las virtudes de 'La promesa', cinta dirigida por Terry George con oficio que cuenta una historia interesante, que cuenta con un estupendo reparto donde brilla especialmente el talento de un Christian Bale sorprendentemente comedido y con alguna que otra escena que destila el aroma del gran cine. Sin embargo, al conjunto le falta alma, energía y, sobre todo, toneladas de emoción, quedándose en una propuesta tan correcta como olvidable.

Este análisis de la crisis económica mundial desde la perspectiva de aquellos que vieron llegar el Apocalipsis y decidieron sacar provecho de ello encontró una recepción más que notable por parte de la crítica y la Academia (5 nominaciones al Oscar de las cuales ganó el correspondiente a Mejor guion adaptado), mientras que el público continúa dividido entre el aplauso y la incomprensión más absoluta. Entender a sus personajes era una misión imposible, pero el mensaje terminaba siendo claro. Explicar lo inexplicable, hacer entretenida la complejidad. Otra película más radical de lo que pueda parecer que contaba con la inestimable ayuda de un reparto cinco estrellas al que Christian Bale aportaba su carisma y fuerza interpretativa particular.

Pese a estar solísimo en esta batalla, 'La gran estafa americana' me sigue pareciendo la propuesta más interesante y redonda de David O. Russell hasta la fecha. Y eso que hablamos de una cinta excesiva a todos los niveles, descontrolada, absurda en muchos momentos y totalmente pasada de rosca. Sin embargo, el magnetismo de su apabullante reparto, con un Christian Bale soberbio a la cabeza, su elegante fotografía, su esencia de homenaje constante a Scorsese, marcando las interminables distancias, y su brutal banda sonora terminan elevando el nivel general de este notable entretenimiento.

Desde el primer momento, 'Le Mans '66' no oculta sus intenciones y objetivos principales, es decir, narrar con las formas y esencias más características del Hollywood de toda la vida una de esas historias marcadas por el esfuerzo, la superación, el sacrificio, el compromiso y el compañerismo. Sumemos a la fórmula a dos actores de renombre, fantástico Matt Damon y un Christian Bale en modo estelar, y el resultado está claro: entretenimiento tan carente de riesgo como disfrutable de inicio a fin.

La primera colaboración entre el guionista y director Scott Cooper y Christian Bale se saldó con un resultado más que notable en 'La ley del más fuerte', tremendo thriller de corazón western que te atrapaba desde la primera escena y no te soltaba hasta su impactante desenlace. Una propuesta magnífica en la que también encontramos una de las interpretaciones más memorables de la trayectoria de Bale, quien se muestra pletórico interpretando a uno de los personajes más complejos e interesantes que han caído en sus manos. Pasó injustamente desapercibida, así que toca recuperar (y reivindicar) esta maravillosa película.

Todo en la última entrega del Batman de Christian Bale es gigantesco, monumental y excesivo. Incluyendo su interpretación. Tanto el actor como Christopher Nolan, el capitán de este tremendo barco, son plenamente conscientes del punto al que han llevado a la trilogía y no escatiman en épica, acción, dramas humanos y tesis psicológicas sobre el héroe, su papel en la sociedad, sus causas y consecuencias, sus impulsos y obligaciones.

Cerca de tres horas sin descanso alguno que dejan al espectador exhausto, hipnotizado ante una película que lleva el término de 'cine espectáculo' a su máxima expresión, depurando a base de potencia la esencia del cine de entretenimiento, sin dejar de lado el dramatismo implícito que abrazó la saga de modo ejemplar. Un cierre no tan magistral como hubiéramos deseado, pero totalmente satisfactorio.

Tremenda joya escondida en la filmografía de Christian Bale, 'Hostiles' es, además de una de las mejores películas del actor en la última década con amplia diferencia del resto, uno de los westerns más inspirados de lo que llevamos de siglo XXI.

Dirigida con pulso de hierro por Scott Copper y con un reparto donde el actor estaba estupendamente acompañado por Rosamund Pike, Wes Studi, Jesse Plemons o Timothée Chalamet, entre otros, estamos ante un formidable espectáculo cinematográfico que entusiasma desde su profundo amor y respeto al género, convirtiéndose a base de aciertos en un clásico instantáneo del mismo.

'El vicio del poder', biopic original, delirante, surrealista y genial sobre Dick Cheney, una de las figuras políticas más polémicas y controvertidas de la historia de los Estados Unidos, encontraba en su reparto uno de sus puntos fuertes, especialmente en lo que respecta a la interpretación protagonista de un Christian Bale tan irreconocible como fascinante.

Una excelente cinta repleta de ingenio, ritmo y capacidad de hipnosis en la que Bale firmaba otro recital marca de la casa, necesitando cerca de, aproximadamente, dos escenas para desaparecer por completo en el personaje. Lo dicho, un escándalo.