å

CRÍTICA

'Súper empollonas' vive en un futuro libre de corsés y lo hace entre carcajadas

Esta propuesta, dirigida por la actriz Olivia Wilde, se marca un fresco y acertadísimo acercamiento a la adolescencia que encima hacer reír a carcajadas. Una maravilla.

Berta F. Del Castillo
Por Berta F. Del Castillo Más 26 de Julio 2019 | 09:24
Creadora de contenido digital y periodista especializada en cine y series. Fan de 'Star Wars'.

Comparte:

¡Comenta!

'Súper empollonas' se llama esta maravilla en nuestro país transmitiendo un feeling nada más alejado de la realidad vaya. De hecho esta película que se camufla entre adolescentes y fiestas desenfrenadas, es inesperadamente trascendental gracias a ese interior lleno de corazón, verdad y alma; algo de lo que carecen muchas de las innumerables propuestas con las que nos bombardean a diario. Así, en la antítesis de esa producción en cadena que tanto prolifera en el mundo cinéfilo y más en la línea de las pocas producciones fieles a su espíritu que aún alcanzan la gran pantalla y brillan en algunas plataformas de streaming, nos llega esta propuesta dirigida por Olivia Wilde. Esta actriz, conocida por memorables papeles televisivos como aquel que interpretase en 'House' y películas más o menos vistosas como 'Navidades, ¿bien o en familia?' o 'Como la vida misma', se estrena tras las cámaras de la mano de esta cinta humilde que destaca muchísimo dentro de su sencillez.

 Beanie Feldstein y Kaitlyn Dever en 'Súper empollonas'

Sin pretensión ninguna, 'Booksmart' centra su foco en Amy (Kaitlyn Dever) y Molly (Beanie Feldstein), dos adolescentes que como el propio título original de la película indica, saben mucho de empollar, de deberes y de cuestiones estudiantiles, pero prácticamente nada de la vida. Entonces a Molly le estalla la cabeza cuando descubre que se pueden hacer ambas cosas: tener una carrera académica intachable que te permita el acceso a las mejores universidades del país, y vivir una adolescencia más o menos desenfrenada sí, pero vivirla. Mezclado con este hilo conductor simple y directo nos encontramos todo lo demás: cuestiones de genero, sexualidad, identidad y por encima de todo amistad, ese preciado bien que se ha ninguneado hasta el final en el lado femenino del séptimo arte.

Y es que este lado, el femenino, fluye que da gusto en una producción que no solo cuenta con Wilde a la cabeza, sino que tiene tras su historia a Emily Halpern, Sarah Haskins, Susanna Fogel y Katie Silberman, cuatro guionistas que junto a la capitana del barco consiguen que esta propuesta sea un tetris de mensajes maravillosos que funciona como un tiro. Meter en una frase que la identidad de genero no tiene nada que ver con la tendencia sexual y salir airoso es muy difícil, hacerlo entre risas sin que la esencia pierda su efecto ya se acerca más a una misión imposible, pero es que encima conseguir la naturalidad y amor que derrocha este libreto por todas sus esquinas ya es que me parece inaudito, y más hablando de una colaboración de este estilo.

 Beanie Feldstein y Olivia Wilde en el rodaje de 'Súper empollonas'

Estas mujeres no pierden su objetivo en ningún momento, teniendo clarísimo lo que quieren contar, algo que parece básico pero que de nuevo escasea en el entretenimiento actual. Y en torno a esa carta de amor a la amistad, ese canto a la libertad de todo lo que uno puede ser y esa aceptación de las contradicciones que rodean a las personas más interesantes; van lanzando los chistes más efectivos que haya visto la gran pantalla en torno al mundo femenino.

Personalmente jamás me había sentido tan vinculada ni me había reído de esa manera con las coñas sexuales que me atañen, como mujer, y me ha parecido tan liberador en mi etapa madura que no me imagino lo que puede significar para una adolescente. Me emociono de pensarlo. Me hace genuina ilusión que dos amigas hablen de la masturbación femenina como lo hacen: con libertad y sin tabus, y que encima esa escena resuene de una manera tan directa en el espectador, tan cómica... Una catarsis total. Parecen detalles pequeños, pero al introducirlos de una forma tan brillante no pueden ser más potentes.

 Billie Lourd y Kaitlyn Dever en 'Súper empollonas'

Esto se extrapola a muchas cuestiones: ese intento ridículo por limitarse a un aspecto de la vida a la hora de desarrollar la personalidad o dar rienda suelta a pasiones o intereses, esos prejuicios que cada vez tienen menos cabida entre unas nuevas generaciones que empiezan realmente a ignorar los estereotipos, esa trágica realidad económica en la que vivimos, esa dificultad a la hora de conectar... Los temas son tan de nuestra vida cotidiana actual y están tan bien introducidos que no dejan de elevar esta película cuyo objetivo superficial es hacer reír, y vaya si lo consigue. Tanto es así que su mezcla entre risas y lo puñetera que puede ser la vida, recuerda a ese tono tan difícil y acertado que luciese 'Pequeña Miss Sunshine', un hito en el cine indie que nos parecía irrepetible. Hasta ahora.

Además su juego sin fin con esos personajes que tradicionalmente han poblado los institutos ficticios y no tanto, es absolutamente refrescante y una lección total para todos aquellos que sigan empeñados en encajonar al personal: basta de asignar papeles acordes a una idea limitada de nuestro lugar en la sociedad. Hola a poder identificarse con la visión tradicional de un tipo de persona, o no, o sí o todo lo contrario. Lo mejor a este respecto es que en la propia narrativa hay una lucha latente: mientras avanzamos en ciertos sentidos seguimos llamando zorra a la que (parece que, y con eso nos vale) se lía con muchos chicos. Esto es lo que hace que el viaje sea tan efectivo, la propia estructura apuesta por una humanidad palpable: no busca la perfección en su mensaje, sino que muestra lo difícil que puede ser escapar a ciertos esquemas que llevan generaciones reinando.

 Olivia Wilde y Skyler Gisondo en 'Súper empollonas'

La panacea del entretenimiento

Más allá de esta infalible a la par que encomiable moralidad, especialmente teniendo en cuenta que hablamos de una película dedicada a los jóvenes adultos, como film 'Súper empollonas' también es un maravilloso ejemplo de saber hacer. La dirección es dinámica pero no pretenciosa y se encuentra absolutamente al servicio de una historia que no puede estar mejor apuntalada. El acierto es tal que una misma escena plantea varios temas relevantes a modo de denuncia, lo hace de manera acertada y a la vez arranca carcajadas. Es alucinante. Encima los gags son de un goce loco. Funcionan de manera aislada, pero cuando se retoman en otro punto de la historia ya es que es un despiporre, con lo difícil que es decir esto de las comedias actuales...

En cuanto a las interpretaciones, todo son piropos. Dever y Feldstein forman un tandem de lujo absoluto, mostrando una química arrebatadora y regalando talento en todo momento. Pero es que los secundarios no se quedan atrás, sacando partido a sus intervenciones por pequeñas que parezcan. Este es el caso de Skyler Gisondo, Molly Gordon o más gloriosamente Billie Lourd, intérprete que no puede estar más autentica en un papel al que no se le acaban las risas. En definitiva el trabajo frente a las cámaras termina siendo coral de cierta forma, un poco como aquel que se esconde detrás: una labor que huele a concepto compacto nacido de darle una cantidad de vueltas imposibles a la propia existencia. Mención aparte merece el desenlace de la cinta, del que no diré ni una coma.

'Súper empollonas' es más que recomendable por su canto a las virtudes de la generación Z, una nueva remesa que puede ser muy esperanzadora si abandonamos viejos corsés; pero también por esa comedia refrescante que deja claro que este género aún tiene mucho que ofrecer si se trata con cariño. Todo un regalo.

Nota: 9

Lo mejor: Un guion cómico a la par que conmovedor, una dirección dinámica y para nada pretenciosa, y unas interpretaciones inmejorables... TODO.

Lo peor: Que no llegue al público que se merece, bien por su temática adolescente o por ese titulo demoledor: 'Súper empollonas', ¿en serio?