Cómo 'Halloween III: El día de la bruja' intentó iniciar una nueva franquicia de terror y otras curiosidades

Después de que en 1981 se estrenase 'Halloween II', surgió la idea de llevar a cabo una tercera entrega, razón por la que desde la productora quisieron contar de nuevo con John Carpenter y Debra Hill.

Para sorpresa de todos, ambos aceptaron la propuesta poniendo tan solo una condición: que no fuese una continuación de la anterior y que, por lo tanto, se dejase descansar ya a Michael Myers. Así fue como se dio luz verde a esta historia que pretendía inaugurar una tradición, dando forma a una franquicia cuyo nexo en común fuesen las historias de terror enmarcadas en la festividad de Halloween.

John Carpenter fue quien puso el primer nombre sobre la mesa para que fuese el encargado de dirigir la película: su colega Joe Dante, quien acababa de estrenar 'Aullidos'.

Desgraciadamente, el realizador estaba inmerso en otros proyectos que llegarían en 1983 (la antología 'En los límites de la realidad') y 1984 ('Gremlins'), los cuales no pudo compaginar con el rodaje de esta.

Fue entonces cuando entró en juego el nombre de Tommy Lee Wallace, estrenándose como director con 'Halloween III: El día de la bruja' y en quien Carpenter depositó toda su confianza, pues había trabajado ya junto al maestro en varias de sus anteriores películas en el departamento de sonido y como director artístico ('Asalto a la comisaría del distrito 13'), como asociado en el departamento de arte ('Estrella oscura'), y como actor, montador y productor de arte ('La noche de Halloween', 'La niebla').

Como fiel admirador de la serie de terror inglesa 'Quatermass', Carpenter fichó al guionista Nigel Kneale para que escribiese el guion de la película, algo que este aceptó encantado. Con total libertad creativa, el guionista configuró una historia donde había más cabida al terror psicológico que a uno más visceral y gráfico, algo que no gustó nada a Dino De Laurentiis, el productor ejecutivo.

De forma paralela, cuando Tommy Lee Wallace ya había sido contratado como director, los productores le mandaron el guion para que hiciese algunos cambios. Kneale, considerando que la historia ya no tenía nada que ver con la suya, pidió que eliminasen su nombre de los créditos de la película, siendo Wallace el encargado de reescribir la gran parte de la trama y quien acabaría llevándose el mérito como guionista, pese a que Carpenter también colaborase en la escritura sin estar acreditado.

Para escoger a los actores y actrices que interpretarían a los personajes de la película, los productores optaron por dar protagonismo a una serie de intérpretes que tenían experiencia en el cine como extras y con pequeños papeles en pantalla.

La única excepción fue la de la elección de Tom Atkins para que fuese el Dr. Daniel Challis. Debra Hill fue quien propuso el nombre del actor, quien había trabajado junto a John Carpenter en 'La niebla' y '1997: Rescate en Nueva York'.

Siguiendo en la línea de los extras, la película contó con un cameo sin acreditar que se hizo presente gracias a John Carpenter, y el cual no fue otro que el de Jamie Lee Curtis.

La actriz fue la que prestó su voz para ser la persona que se comunica a través de los altavoces con los habitantes de Santa Mira para informar del toque de queda. También fue la voz de una de las teleoperadoras.

En referencia a 'La noche de Halloween', la actriz Nancy Kyes, quien fue Annie, la mejor amiga de Laurie Strode, apareció con un cameo como Linda Challis, la ex mujer del protagonista.

Además de tomar como base la historia de Nigel Kneale, Tommy Lee Wallace se inspiró en algunos clásicos del género que sirvieron para darle forma a parte del trasfondo de la película.

El principal fue 'La invasión de los ladrones de cuerpos' (para más inri, se rodó en el mismo pueblo que esta) de Don Siegel. Además, y como homenaje directo a la hora de escoger el subtítulo de 'El día de la bruja', Wallace hizo un guiño a 'Season of the witch', el film de George A. Romero también conocido como 'Hungry Wives', estrenado en 1972 (traducido aquí como 'La estación de la bruja')

Bajo el seudónimo de Jack Martin, el escritor de ciencia ficción Dennis Etchison publicó una novelización de la película el mismo año de su estreno, algo muy común en la época y que en realidad pasaría sin pena ni gloria.

Después de que el título se pegase un batacazo en taquilla y llegase al mercado doméstico, fue cuando este empezaría a reivindicarse como título de culto, lo que hizo que la novela adquiriese un nuevo estatus, convirtiéndose en un inesperado best seller en 1984.

Ninguno de los actores supo cuál iba a ser el verdadero final de la película, pues durante el rodaje fueron varias las tomas que se filmaron como tal, y ni Tommy Lee Wallace ni John Carpenter quisieron esclarecer cuál sería el verdadero.

Tal fue el nivel de secretismo, que Tom Atkins, el protagonista principal, descubrió cómo acababa la historia la primera vez que vio la película en pantalla grande durante su estreno.

Si por algo trascendió la película, fue por su falta de pudor a la hora de mezclar una serie de elementos que parecían no casar entre ellos, y que hicieron de 'Halloween III: El día de la bruja' un auténtico tren de la bruja en el que teníamos maldiciones druidas, robots, mad doctors, algo de body horror, insectos, reminiscencias a Stonehenge y algo de folk horror irlandés.

Durante una convención celebrada en 2013, un fan le preguntó a Tommy Lee Wallace sobre el porqué de toda esta serie de elementos en una misma película y cuál era el trasfondo real de la historia, a lo que Wallace respondió: "It's magic, man". Maravilloso.

De forma casi inconsciente, Tommy Lee Wallace le dio a la película varias lecturas que pueden verse en clave de mensajes políticos y con alguna que otra carga social.

Entre ellos, destacan las interpretaciones anti capitalistas que rezuman de ella, sobre todo con su mensaje acerca de los peligros del control de la población a través de la televisión y los medios de comunicación, algo que el propio John Carpenter explotaría al máximo años después en 'Están vivos'.

Los críticos más radicales, llegaron a tacharla de título "anti niños" y que podía ser una ofensa contra el pueblo irlandés y sus creencias.