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ENTREVISTA ECARTELERA

Así se construye 'La casa de papel': Hablamos con el coordinador de guion de la serie del momento

Javier Gómez Santander nos desvela los mayores retos de escribir la nueva temporada de la ficción de Netflix.

Por Javier Pérez Martín 29 de Julio 2019 | 14:42

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Es viernes a las seis de la tarde, y Javier Gómez Santander suena cansado al otro lado del teléfono. No es para menos: está en plena escritura, y reescritura, de la cuarta temporada de la serie española más vista en todo el mundo. Después de esta entrevista tendrá que volver a darle la vuelta a una secuencia. "Somos unos pringados", me dice entre risas, tras confesar que no tiene unas vacaciones planeadas para este verano. No se irá a una isla paradisiaca porque está encerrado en 'La casa de papel'.

Gómez forma parte del equipo de guion de la serie de Netflix desde que nació, y desde la tercera temporada ha asumido el mando como coordinador de guion, solo por debajo de Álex Pina, el creador del fenómeno español que se ve en todo el mundo. Detrás del cansancio se intuye a un hombre apasionado, enganchado él mismo a 'La casa de papel' y dispuesto a contarnos los entresijos que se esconden en la escritura del guion que asienta los cimientos de esta gran casa.

No, no nos piensa desvelar qué hace ahí Belén Cuesta ni si la veremos más en el futuro ("Intentaría resolver tus dudas pero creo que tu yo espectador prefiere que no se las resuelva. Cualquier cosa es posible en 'La casa de papel'"), pero sí entra al trapo cuando le pregunto por otras cosas. Como el blanqueamiento de un Berlín que durante dos temporadas violó a una mujer en repetidas ocasiones y torturó a sus compañeros, o la parte más política de una serie y el peligro de convertir a estos atracadores en héroes. Empiezo a preguntar.

¿Cuál era el mayor reto a la hora de escribir una nueva temporada?

Competir contra el mito que se había creado. Ni siquiera competíamos contra las dos primeras temporadas, no teníamos que superarlas, sino a la idea que se había formado en la cabeza de los espectadores de ellas. La serie se convirtió en otra cosa, la percepción estaba muy arriba y no queríamos defraudar. La idea era "solo abriremos esto si estamos muy seguros de que lo que tenemos por delante no va a defraudar". No queríamos permitir que la gente pensara "qué cabrones, han vuelto a abrir 'La casa de papel' y lo han hecho por negocio".

Es que vaya exitazo. Fue tanto el fenómeno que lo introdujisteis en la propia historia, con referencias explícitas y todo.

Nosotros llegamos un día a la redacción y vimos el tifo en Arabia Saudí, una grada entera cubierta con la cara del Profesor. Eso primero te desconcierta, dices "¿qué ha pasado y cuál es el tamaño de esto?". Entonces, igual que nos sirvió a nosotros para ir comprendiendo lo que estaba pasando con la mascara de Dalí como una ficción, les podía servir a los personajes también. Y al mismo tiempo creo que era un guiño bonito hacia los espectadores también, a toda esa gente que ha visto en esto un símbolo.

¿Cambió vuestra forma de escribir ser conscientes de que ibais a llegar a un público global? Ya no es el público del prime time de Antena 3.

Yo creo que ni en el primer momento pensamos en que era un público de Antena 3, ni en este estábamos pensando en que era un público internacional. Hicimos la serie pensando en la serie en realidad, en las dos ocasiones. Intentas dar lo mejor de ti mismo todo el tiempo, y el estándar de calidad te da igual que sea para 40 millones o menos.

¿Y habéis disfrutado más escribiendo episodios más cortos?

Ha sido algo muy natural. Lo bueno de este formato es que inconscientemente tu cerebro está preparándose para que los tres actos del capítulo se sucedan en ese tiempo. A veces pasa que cuando ves el montaje de 70 minutos, los últimos 20 tu cabeza ya está diciendo "¿pero todavía no se ha terminado?". Esta temporada hemos subido el ritmo narrativo de la serie, la hemos hecho más inclemente, hemos mezclado más tiempos. Creo que la serie ha cogido más velocidad y en parte es por el acortamiento de los capítulos.

'La casa de papel'

He visto una estructura temporal más compleja esta temporada.

Exactamente. Ha sido en realidad un ejercicio de libertad asombroso, porque una vez que hicimos la arquitectura para poder meter a Berlín, nos metía una línea de flashback nueva. 'La casa de papel' siempre había sido en dos tiempos fundamentalmente, el momento del atraco y la explicación del Profesor, pero en esta ocasión el plan se piensa en dos tiempos diferentes. Y luego tenemos esas otras líneas del pasado que no hemos visto de los personajes, qué han hecho en este tiempo que han estado en el paraíso. También tiene que ver el espectador. Esto antes daba mucho miedo, en la ficción de hace 10 años en España te decían "no metáis flashbacks porque el espectador no lo va a entender". Al espectador hoy en día ya no le hace falta ni mirar los rótulos que nosotros a veces ponemos de referencia de "5 años antes", lo comprende todo rápidamente.

¿Por qué recuperasteis a Berlín?

Pensamos que era coherente que el plan fuera de Berlín, porque el primer plan era del padre del Profesor. El segundo tenía lógica con la percepción emocional de los personajes que fuera de Berlín; ya se convierte en algo más personal, familiar, algo a lo que nosotros intentamos apelar siempre. Y yo creo que hay una esencia de "La casa" que está en Berlín. Cada personaje tiene lo suyo, pero era una pena no poder tener a Berlín. Primero, porque sabíamos que el personaje funcionaba muy bien, que nos gustaba mucho escribirlo. Y teníamos muchas cosas por contar todavía ahí, su relación con el Profesor, cómo funcionaban estos personajes... Curiosamente, fue de las primeras ideas que tuvimos, que el golpe fuera de Berlín y que pudiéramos irnos con él a otro pasado nuevo.

'La casa de papel'

Ya que hablamos de Berlín, era un personaje mucho más oscuro y cruel en las dos temporadas anteriores. Violaba a una mujer en repetidas ocasiones, sus escenas se rodaban con un tono turbio. Esta temporada se le ha blanqueado, ¿no?

Sí, eso nos preocupaba. Nos dimos cuenta de que estábamos escribiendo a un Berlín diferente. Pero en realidad no era otro Berlín, era el mismo. Hay una diferencia fundamental, el Berlín de las anteriores temporadas era un señor que estaba llevando el mando militar, digámoslo así, de un atraco y de una banda, y uno de sus principales cometidos era dar miedo. Ahora lo estamos viendo en las fases más lúdicas de su vida. Está en su casa, está confortable, es un hedonista, ese componente siempre lo ha tenido. Y está en una situación en la que tiene a su mejor amigo, a su novia y a su hermano. Creo que humanizas al personaje, pero no lo blanqueas. Estás conociendo otra parte de él. Aunque a veces echábamos de menos ver a ese Berlín un poco más oscuro.

¿Qué os ha sorprendido más de cómo el público ha recibido la serie?

Por ejemplo, nos dimos cuenta de que la gente preguntaba mucho por el hijo de Nairobi; no nos preguntaban por, yo que sé, el papel de la Fábrica de Moneda o de dónde habían conseguido las armas o cómo se colocaban los explosivos. A nadie le interesaba eso en el fondo. ¿Qué le interesaba a la gente? La emoción. Nosotros siempre buscamos cómo hacer una ficción más emocional, creemos que es en lo que nos diferenciamos de la narrativa anglosajona. De hecho, hemos hecho una familia. Qué hay más latino de nuestra cultura que cómo sentimos la familia, de una forma mucho más intensa. Y tenemos estructuras familiares en todas partes: el Profesor con Berlín, la banda es una familia en sí misma...

'La casa de papel'

También influye la increíble química de los actores.

Sí, es impresionante. Esta mañana hablaba con Pedro Alonso, Berlín, y me hablaba de la extraordinaria unión que siente él hacia el elenco, y eso que esta temporada él no ha estado tan integrado con la banda, ha estado rodando en otras localizaciones, en un ambiente más pequeñito. Pero siempre que hablo con él me subraya eso. Y nosotros ya queremos a los personajes, digo "nosotros" como espectadores, porque yo me considero un espectador en cuanto apago el ordenador y enciendo la tele. Y creo que se ve muy bien en cómo han entrado los nuevos. A nosotros nos daba un poco de miedo que se rompiera el ecosistema que se había creado. Con Palermo es donde mejor se ve: él entra en la banda con mucho peso, con rango, con autoridad y temíamos que generara un poco de rechazo en el espectador. Nos dimos cuenta de que lo que necesitábamos era contar el dolor de Palermo muy pronto y su vínculo potentísimo con Berlín. Cuando ves que Palermo ama a Berlín, que lo adora, y que su muerte le ha destrozado, se convierte también en uno de los tuyos. Creo que lanzas un lazo de empatía hacia el personaje.

¿Y por eso hicisteis que fuera homosexual?

No, lo queríamos hacer desde el principio. Eso fue posterior, o igual fue un poco de la mano, pero nos apetecía tener un personaje que pudiera ser un homosexual que no hemos visto. Nos parecía nuevo, y nos daba mucho camino para explorar con el personaje.

¿Cuánto de la inspectora Sierra está en el papel y cuánto improvisa Najwa Nimri?

Nosotros intentamos siempre que la improvisación esté muy medida, muy bajita. Porque al final la historia es muy grande, tenemos que tener en cuenta muchísimos factores, la improvisación nos podría llegar a hacer daño. Pero los actores tienen mucho que ver en el proceso de cómo se forman los personajes, más allá de las líneas, que son las que son. Hablamos mucho con ellos, normalmente antes de rodar. Siempre les decimos "Cualquier cosa que quieras cambiar, cualquier propuesta, antes de rodaje, nos puedes llamar las 24 horas del día, siete días a la semana y hablamos de lo que sea". Y es lo que hacemos. Porque están intentando buscarle el sentido a una escena, o porque tienen propuestas de cambios...

¿Quién propone más?

Nawja, por ejemplo. Ella trabaja mucho las secuencias y corporalmente... Lo hacen todos, pero ella piensa mucho en qué lleva puesto su personaje, cómo es su pelo, cómo se mueve. Estas decisiones siempre hay que tomarlas con el actor y con el equipo de arte, peluquería, vestuario... Digamos que el personaje nosotros lo escribimos, lo componemos, y luego todo el mundo va sumando.

¿Cuáles son las grandes influencias de la temporada?

Ten en cuenta que la serie estaba ya lanzada, el lenguaje de 'La casa de papel' estaba ya armado. En la primera temporada, Álex [Pina] quería hacer una serie un poco tarantiniana, a lo 'Reservoir Dogs'. Luego se va transformando. Creo que también es muy heredera de 'Vis a vis', en el sentido visual, porque es el mismo equipo, pero [el director de fotografía] Migue Amoedo en 'Vis a vis' empieza a trabajar con el amarillo, un color primario, y en esta decide que es el rojo. Y del propio frenetismo que tenía 'Vis a vis'.

'La casa de papel'
¿Cuál ha sido la parte del golpe que más os ha costado armar en el guion?

La fundición. Fue tremendo, porque te encuentras un día haciendo la biblia en tu casa y dices "Vale, tengo aquí noventa toneladas de oro, ¿cómo las saco? Y ¿cómo las fundo?". Yo obviamente no tengo ni idea de fundir metales. Empecé a mirar por Internet, pero rápidamente llamé a Sara Solomando, del departamento de comunicación y documentación [de la productora, Vancouver Media]. Ella empezó a llamar a sitios donde funden oro. Y claro, los sitios donde funden oro tienen unas medidas de seguridad de tres pares de cojones. Nadie quería contarnos cómo lo funden, y no les podíamos decir "somos los de 'La casa de papel'" porque obviamente no queríamos levantar la liebre de que andábamos trabajando en oro. Y al final Sara consigue que en un taller de joyería bastante grande, industrial, la reciban y le expliquen. Ella se va para allá con su teléfono móvil, porque claro, nosotros no íbamos a tener una fundición en una fábrica sino en unas condiciones muy especiales. Entonces hay que describirles las condiciones: un equipo que podamos transportar en camiones, que puedas montar, qué tendría que tener, qué tipo de extractores, cómo serían los hornos donde se funde el oro y luego cómo se funde la granalla, cómo se consigue dejar el oro en bolitas de forespan, como si fueran lentejas. Y nos dicen "pues hay un método fantástico que es con aire y con agua, solo necesitas un bidón, lo llenas de agua, echas el oro fundido y mientras metes aire por debajo como en un jacuzzi y las burbujas de aire rompen el oro y lo dejan así". Y efectivamente, así lo hacemos. Obviamente no fundimos oro, creo que es latón lo que se funde, pero se hace así el proceso, hay planos del proceso real.

¿Podría yo intentar robar el Banco de España después de ver 'La casa de papel'?

[Risas] Hombre, si consigues los vehículos militares del segundo capítulo ya tienes mucho hecho.

Sobre la faceta política de 'La casa de papel'

La serie se ha vuelto más política y reivindicativa esta temporada.

Creo que 'La casa de papel' pierde su inocencia en un momento muy temprano. Es en el momento en el que tú decides que vas a imprimir dinero. Cuando te estás metiendo en uno de los mayores instrumentos de legitimidad que tiene el sistema, que es una cosa tan absurda como darle valor económico a un papel y decir "yo fabrico este papel, me arrogo esta potestad". En ese momento ya estás diciendo "los bancos centrales lo hacen, yo también lo hago". Ahí tienes ya un planteamiento que es político. La serie ha triunfado en sitios que están jodidos: entra con mucha fuerza en Brasil, en toda Latinoamérica, y la máscara se convierte en un símbolo de reivindicación. No es casualidad. Creo que la narración tiene que parecerse al tiempo que narra y poner el dedo en la llaga de los sitios donde duele. Nuestra generación ha descubierto, durante la crisis, que el poder económico está por encima del poder político. Hay unos señores que toman decisiones por encima de las personas a las que se ha votado. Yo fui periodista en esos años y cubrí información política, he estado con ministros del gobierno de España de Zapatero, que me decían fuera de la cámara, o incluso después, cuando dejaron de gobernar, delante de ella: "No estábamos en el control de mandos, teníamos que tomar decisiones en el consejo de Ministros que estaban por encima de nosotros". ¿Eso qué te está diciendo? Que vives en una ilusión democrática, tú votas a unos señores y si todo va bien podrán hacer lo que quieren, pero si va mal, al final van a tener que tomar las medidas que les dicen, llámalo mercados, llámalo Comisión Europea, llámalo deuda, llámalo como quieras. Medidas de presión que el poder económico acaba configurando en el mundo. Todo esto a mí, como narrador, me interesa mucho que esté en la historia.

Pero a la vez es un poco peligroso convertir a estos personajes en héroes, ¿no?

Es que hay dos cosas que no hay que hacer. Primero, aunque te haya dicho todo esto, la serie nunca será un panfleto. Y nuestros personajes no tienen por qué ser héroes. Nosotros tenemos una banda que a la gente le cae bien; vas con los ladrones porque les estás viendo y quieres que ganen. Pero la ambigüedad moral está en la narrativa moderna, en las series, desde hace años. Desde Tony Soprano seguramente. ¿Era un héroe Tony Soprano? Pues no, era un mafioso, ¿y estos señores qué son? Unos ladrones. Creo que esa ambigüedad enriquece a la narración y al final le da matices. Porque cualquier otra cosa sería maniquea, y si hiciésemos unos héroes irreprochables con estos señores tendríamos menos material de conflicto.

'La casa de papel'

Espero no estar solo en el barco del odio a Arturo. ¿Lo recuperasteis para trolear al público?

En nuestra cabeza Arturo empezó a aparecer sin parar. Era como un ingrediente que no podíamos quitar. Entonces, ¿cómo podemos meterlo en la serie? Y nos gustó pensar en él como un gurú de estos que va por ahí dando charletas y resolviéndole la vida a la gente. Nos gustaba ese hombre subido al éxito, con esos discursos incendiarios que podría hacer y esos libritos de mierda que podría escribir. Nuestra cabeza quería a Arturo y creo que nuestros espectadores en el fondo querían seguir odiando a Arturo.

Por último, ¿qué es lo que más te interesa a ti, como guionista, de 'La casa de papel'?

Que sea divertida siempre, que no pare. Mi obsesión principal con esta serie es entretener todo el tiempo, y emocionar. En cuanto tenemos una secuencia que baja un poco la tiramos, la reescribimos, la repensamos, si tenemos que tirar tramas se tiran enteras, no pasa nada. Lo hacemos todo mil veces para que la serie sea frenética.

Pues enhorabuena, lo habéis conseguido.