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CRÍTICA

Aunque 'Westworld' se vista de seda, 'Westworld' se queda

La tercera temporada de la serie de HBO vuelve el 16 de marzo con un aspecto renovado pero cometiendo los mismos errores de siempre.

Por Javier Pérez Martín 6 de Marzo 2020 | 09:00

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Cuando 'Westworld' estrenó su primera temporada en octubre de 2016, HBO estaba inmersa en una misión de expansión y reconocimiento. Objetivo: sobrevivir al fenómeno de 'Juego de Tronos', un éxito incomparable para la historia de la cadena que estaba llegando a su fin. Aunque el prestigio de HBO se ha construido sobre dramas de mafiosos, familias funerarias y crónicas políticas del imperio de la droga en Baltimore, sus últimos grandes éxitos de audiencia han sido 'True Blood' y 'Juego de Tronos', así que tenía sentido probar a encadenar el fenómeno de los dragones con uno de robots. La serie de ciencia ficción creada por Jonathan Nolan (el hermano de Christopher) y su esposa Lisa Joy, una superproducción muy coral con un reparto estelar encabezado por Anthony Hopkins, Ed Harris, Evan Rachel Wood, Thandie Newton, Jeffrey Wright y James Marsden, se presentaba con el título no oficial de serie estandarte de la cadena para esta década.

Por suerte para HBO, y para el público, su parrilla está repleta de ficciones de diversos tamaños y ambiciones que han funcionado relativamente bien últimamente ('Succession', 'Euphoria', 'La materia oscura', 'El visitante', 'Watchmen', 'Years and Years'), porque 'Westworld' no ha resultado ser el fenómeno multitudinario en el que una cadena pueda confiar su futuro ni su estabilidad. A pesar de tener unas audiencias estables durante sus dos temporadas y haber sido recibida con críticas generalmente positivas, un runrún de espectadores quejándose por su confusa narrativa ha ido creciendo durante los últimos años. Una mezcla de líneas temporales no muy delineadas, la falta de unas reglas marcadas con claridad y coherencia interna y el abuso de diálogos rimbombantes sin contenido real han acabado haciendo de 'Westworld' una prueba de paciencia para muchos de sus seguidores.

'Westworld'

La tercera temporada, de la que hemos podido ver cuatro episodios y que llega a HBO España el 16 de marzo, viene con la promesa de ser más accesible. Se dice en los mentideros que los ejecutivos de la cadena pidieron a Nolan y Joy un nuevo rumbo de la serie más claro, y el propio guionista ha llegado a afirmar que esta nueva etapa juega menos a las adivinanzas. Además, el apoteósico final de la segunda temporada sacaba a los protagonistas de la serie del parque que da título a la serie y se quitaba de en medio a un montón de secundarios que lastraban lo que es la chicha de la historia. Un momento perfecto para darle un lavado de cara a 'Westworld' y llevarla a los nuevos territorios que sus guionistas siempre aseguraron tener en mente: la revolución de los robots en el mundo real.

Pero lo cierto es que 'Westworld' sigue siendo la misma 'Westworld' de siempre, lo que será una buena noticia para los adeptos y una mala para los que se decidieron a abandonarla pero pueden sentirse atraídos por este prometido golpe de timón. Sí, dejamos atrás el Salvaje Oeste, ese parque de atracciones en el que los robots viven esclavos de los placeres violentos de los humanos, y nos adentramos en la distopía futurista que hay más allá. Y podemos ver a Nolan y Joy esforzándose por escribir guiones algo más claros, lo que los lleva a sobreexplicar algunos de los muchos giros que tiene cada episodio. Pero la cabra tira al monte y no tardan en proliferar situaciones sin contexto y personajes sin motivaciones claras en un constante juego narrativo de humo y espejos con un propósito muy simple: estirar la historia para justificar que las pocas ideas de valor del guion se esparzan en 10 episodios de una hora o más. 'Westworld' es la más clara heredera de la peor cara de 'Perdidos', aquella etapa de relleno tramposo que forzó a los guionistas a prometer acabar la historia en tres temporadas cortas. Si al menos Nolan y Joy se lo pasaran tan bien como Damon Lindelof y Carlton Cuse cuando se plantearon su serie como una partida de ajedrez con el público, este puzzle que exige mucha atención y paciencia sería un juego divertido para todos.

Pero no, 'Westworld' sigue siendo un laberinto enrevesado del que no se ve nunca el final. Los personajes antiguos avanzan sin un destino concreto, se adentran en nuevas tramas sin demasiado interés y se enfrentan entre sí sin una justificación clara, mientras que los nuevos no son más que esbozos ambiguos y misteriosos. Los guionistas han puesto todas sus fichas en Aaron Paul, cuyo personaje promete ser el corazón de esta nueva etapa, pero su historia está de nuevo contada de forma confusa. Cuando aparece el que se supone que será el nuevo gran villano, nuestro pensamiento se pone en boca de Maeve: "¿Quién cojones eres?". La respuesta llegará seguramente a medias y demasiado tarde. Precisamente Thandie Newton y Evan Rachel Wood han sido siempre lo mejor del conjunto: Dolores y Maeve, los dos únicos personajes que han movido siempre la acción hacia delante, son con las que 'Westworld' se permite divertirse, dos kamikazes que no tienen nada que perder. En su huída hacia adelante sigue quedando algo de esperanza para el futuro de la serie.

'Westworld'

Pero Nolan y Joy caen en la trampa en la que han caído muchos otros showrunners que no se han atrevido a dinamitar sus series cuando lo necesitaban: dar marcha atrás recuperando el estatus quo y a todos los personajes que se suponía muertos y fuera de la ecuación. Cuando nadie muere realmente, cuando no hay reglas definidas que establezcan cuál es el peligro que corren los protagonistas, uno acaba perdiendo el interés por la historia. Si todo vale, nada tiene sentido.

Lo peor de esta nueva tanda de 'Westworld' es su absoluta falta de personalidad u originalidad. Durante los primeros cuatro episodios vemos ecos de 'Akira', 'Blade Runner', 'Battlestar Galactica', 'Terminator', 'Matrix' o 'X-Men' que la convierten en una carcasa sin vida propia. Hay tramas para todos los gustos y públicos: distopía futurista, thriller corporativo, de espías, película de la Segunda Guerra Mundial, acción espectacular. Se propone ser todas las series y películas y acaba no siendo ninguna.

Humanos, robots y viceversa

Esta nueva etapa tiene sus partes positivas, claro. La más clara está en su apartado visual: 'Westworld' sabe aprovechar su salida definitiva del Oeste y crea impresionantes paisajes futuristas que casi te obligan a ver la serie en pantalla grande. En lo espectacular, las grandes producciones de HBO nunca defraudan. Para los españoles será algo raro ver la valenciana Ciudad de las Artes y las Ciencias retratada como un edificio del día de mañana, y más viendo al fondo del plano esos pisos típicos que tienen muy poco de ciencia ficción.

'Westworld'

Los adeptos a los videojuegos, un medio del que 'Westworld' ha bebido desde el principio, agradecerán algunos guiños tecnológicos salidos de 'Grand Theft Auto' y similares, como las tiendas de ropa en las que el cliente se prueba conjuntos virtuales en los espejos, o ese sistema de encargos o misiones de dudosa legalidad, mezcla de Glovo y aquella app que guiaba los pasos de los protagonistas de 'Nerve'.

Y por supuesto, entre tanto humo y relleno, hay ideas interesantes. 'Westworld' ha explorado, aunque sin profundidad ni originalidad, los conceptos de identidad, libre albedrío y determinismo que suelen ir relacionados con la idea de la inteligencia artificial. Nolan y Joy recuperan una idea que surgió en la segunda temporada y con ella plantean el que parece que será el gran conflicto de lo que queda de serie (aunque quién sabe), y uno realmente atractivo: la lucha contra una gran corporación, para nada Google, que recoge y maneja toda la información de las personas. En estos nuevos episodios vemos que los humanos son esclavos de lo que esta compañía hace con la información, llegando a predecir cuál va a ser el destino de cada uno. Un punto que acerca a los robots y a los humanos como víctimas de un determinismo que les niega la libertad como individuos.

Un sugerente camino que he decidido que no voy a ver. Por si no ha quedado claro, yo estoy en el grupo de espectadores que se sienten defraudados por 'Westworld'. Agradezco que una serie tenga un ritmo pausado como decisión narrativa (como 'Better Call Saul' o la propia 'Juego de Tronos') o que juegue al despiste y a la locura (como 'Watchmen'), pero en el caso de Jonathan Nolan y Lisa Joy no considero que esta ambigüedad sea un artefacto sino un artificio. 'Westworld' es como un hermano mayor que te pone la videoconsola pero no te deja coger el mando en ningún momento. Uno llega a sentirse como Maeve, incapaz de dejar el parque atrapado en las falsas y vacuas narrativas que se le han impuesto. Pero por mi parte he decidido dejar de ser un simple robot pasivo, como Dolores. Adiós, 'Westworld'. Me voy al mundo real.

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