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EL FEMINISMO DE HOLLYWOOD

El falso, condescendiente y superficial feminismo de Hollywood, la Academia y los Oscar

Analizamos porque es hipócrita que la Academia se presente como abanderada del feminismo en los Oscar 2020 mientras perpetúa la desigualdad de género en la industria cinematográfica.

Por Jessica Valerie Waugh-Bacchus 16 de Febrero 2020 | 11:00

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"Simplemente queríamos ponernos aquí juntas", dijo Sigourney Weaver, abrazando a Gal Gadot y Brie Larson como si fueran el ejemplo por excelencia del feminismo aprobado por la Academia, "y decir que todas las mujeres son superhéroes". Esta declaración empalagosa es emblemática del tipo del feminismo que se ha difundido por las ceremonias de los premios Oscar de los años recientes: fingido, manido y carente de la acción que se necesita para hacer que las palabras se conviertan en realidad.

Una productora de 'Mujercitas' dice que los votantes masculinos apenas asistieron a los pases de la película

Se armó un alboroto tremendo a principios de este año después de que se anunciaran los nominados al Oscar a mejor director a la edición 92 de los premios de la Academia y las directoras brillaran por su ausencia. Cuando el clamor amenazó con poner a la Academia frente a un escándalo del estilo del famoso #OscarsSoWhite, estaba claro que no quedaba otra opción más que reconocer la desigualdad continua dentro de la industria cinematográfica si querían salvar las apariencias. Cuando llegó la gala de los Oscar el domingo pasado lo hicieron, sin embargo, a través de una combinación extraña de chistes forzados y declaraciones que rayaban en lo condescendiente, más un gesto "hollywoodiense" que uno sincero.

Las palabras "todas las mujeres son superhéroes", aunque en su esencia están bien, parecen algo vacías cuando eso es todo lo que son: palabras. Sin la acción para acompañarlas, sin la presencia de las directoras ni un respeto saludable de la igualdad de género, este tipo de feminismo parece superficial, comercializado, un par de frases guionizadas para apaciguar las críticas y permitir que los Oscar sigan adelante sin que algo tan inconveniente como el feminismo se interponga. Es el Hollywood del feminismo: artificial, falso, diseñado para pavonearse ante las cámaras y las luces centelleantes. El discurso en sí se vuelve aún más embarazoso cuando te das cuenta de que las tres actrices estaban allí para presentar a Eimear Noone, que estaba allí para dirigir la orquesta antes de que se desvelara al ganador de la mejor banda sonora original. Como recalca el discurso, Noone es la primera directora de la orquesta de la gala durante sus 92 años. No obstante, sólo se la eligió para dirigir la orquesta durante este segmento, un momento televisado. Si la Academia verdaderamente hubiera querido luchar por la igualdad de oportunidades, ¿por qué no concedió la responsabilidad de la orquesta a Noon durante toda la ceremonia? El hecho de que Noone sólo estaba presente para este torpe comentario sobre las superheroínas apoya la teoría de que el feminismo se ha sometido a una transformación al más puro estilo Hollywood cuando se trata de los Oscar: está ahí para hacer bonito, y nada más.

Muchas de las películas nominadas en la gala de este año tienen momentos con mensajes feministas y que muestran la experiencia de la feminidad con sofisticación y aplomo. Tanto si es el monólogo de Laura Dern en 'Historia de un matrimonio' sobre la doble moral que se aplica a las madres o cuando Amy March, interpretada por Florence Pugh, explica con calma la necesidad de casarse con un hombre rico por el hecho de ser una mujer en un mundo de hombres a un privilegiado y arrogante Timothée Chalamet en 'Mujercitas', estas películas logran ir al grano de la desigualdad de género sin llegar a retratar a las mujeres como víctimas indefensas en ningún momento. Estas escenas no intentan ser provocadoras porque sí, ni forzadas, ni hipster; intentan ser sinceras.

Así es cómo los Oscar la pifian: se esfuerzan tanto por parecer súper concienciados en vez de usar esa energía en educarse o cambiar el sistema para facilitar la igualdad. Las ceremonias no saben si quieren ser profundas o graciosas, pero sí saben que quieren parecer feministas y liberales, por más inconsistentes que acaben siendo. Empiezan con declaraciones sensibleras y luego se desvían hacia los chistes, como es el caso cuando Gal Gadot bromea "el perdedor tiene que responder preguntas de periodistas sobre cómo es ser una mujer en Hollywood" o cuando Chris Rock dice que en la categoría de la dirección faltan "vaginas". Sin embargo, hasta que estén dispuestos a poner en práctica el cambio y alterar la industria para que haya más oportunidades para los y las cineastas independientemente del género, la sexualidad o la etnia, estas palabras no sonarán convincentes porque simplemente no hay pruebas de que la Academia lo dice en serio. Sólo es parte de su campaña de imagen.

Natalie Portman expresó sus tendencias feministas a través de su traje en la alfombra roja de los Oscar

Esto no quiere decir que sea malo que los famosos usen su plataforma y la de los Oscar para arrojar luz sobre la desigualdad dentro de la industria. Natalie Portman paseándose por la alfombra roja en una capa con los nombres de las directoras no nominadas inscritos, o el discurso apasionado de Hildur Guðnadóttir cuando aceptó el Oscar a la mejor banda sonora ("A las chicas, a las mujeres, a las madres, a las hijas que oyen la música burbujeando en su interior, por favor, hablad... necesitamos oír vuestras voces") destacan como dos de los momentos más conmovedores de la noche. Pero es porque lo hacen desde un deseo genuino de cambio. Natalie Portman lleva años siendo una portavoz del feminismo en la industria cinematográfica y Guðnadóttir quiere fomentar a las músicas y compositoras como ella para que no se sientan intimidadas por una industria dominada por hombres. Sus palabras se apoyan en sus acciones, en su creatividad, en sus esfuerzos. Su confianza en el feminismo y la igualdad suena sinceras, mientras las promesas vacías y guionizadas de la Academia no lo hacen.

#OscarMuyHipócritas: Lo que tiene que cambiar

El problema con el feminismo de los Oscar se puede reducir a la hipocresía. La realidad es que no pueden venir y decir que todas las mujeres son superhéroes cuando la misma Academia está pisando sus capas, impidiéndolas volar.

Hildur Guðnadóttir dio un discurso conmovedor en el que fomentó que todas las mujeres hablen y comparten sus voces

Según The Hollywood Reporter, después de la debacle del #OscarsSoWhite, se sumaron 2.000 votantes más a los rangos de la Academia, para hacer un total aproximado de 8.000 votantes. A pesar de esto, sólo 28% de ellos son mujeres y un terrible 13% perteneciente a minorías étnicas. La mayoría aplastante de hombres blancos entre los rangos de los votantes tiene un impacto innegable en las películas que se nominan y que llevan a ganar los premios.

Amy Pascal, la legendaria productora detrás de 'Mujercitas', dijo que cuando la película organizó pases específicamente para los votantes de la Academia, asistieron dos veces más mujeres que hombres a pesar del hecho de que 72% más hombres podían votar. Desde la perspectiva de Pascal, como dijo a Vanity Fair, esto apunta a un "sesgo inconsciente" dentro de la industria en la que los votantes masculinos, tal vez sin querer, sopesan las películas con los títulos marcados por el género como 'Mujercitas' y 'El irlandés' y llegan a una conclusión: "ese tipo de historias me importan, y ese tipo de historias no me importan tanto".

Si el sector demográfico que forma la mayoría de los votantes no asiste a los pases de las películas dirigidas por mujeres, esas películas no van a ser nominadas y el desequilibro de género en la industria seguirá vigente. Hay pruebas de esto por todas partes. Durante los 92 años de los premios de la Academia, solo tres mujeres han sido nominadas a la categoría de mejor dirección, y sólo una directora ganó (Kathryn Bigelow con 'En tierra hostil' en 2008). A lo largo de la década pasada, sólo un ganador del Oscar a mejor película ha tenido una protagonista femenina ('La forma del agua', dirigida por Guillermo del Toro, en 2018). Hasta que la Academia y sus votantes cambien su comportamiento para que estas películas tengan alguna oportunidad, la desigualdad de género prevalecerá, no importa cuánto la Academia hable de cómo todas las mujeres son superhéroes.

En resumidas cuentas, si la Academia quiere acabar con su tratamiento hipócrita de la desigualdad de género, necesita empezar a tomar medidas para asegurarse de que las mujeres y las minorías étnicas tengan las mismas oportunidades de ser nominadas que los hombres blancos. Los votantes masculinos y blancos necesitan asistir a los pases de las películas con directoras al mando de la producción. La Academia debe atraer a votantes que sean más representativos del mundo diverso en el que vivimos hoy en día. Los estudios tienen que dar una oportunidad a las directoras, ya que de las 10 películas más taquilleras de 2019, las mujeres representaron un mero 12% de los directores. No sirve de nada que los presentadores intercalen unas cuantas bromas o que susurren dulces naderías sobre el poder de las mujeres a menos que la Academia pretenda implementar cambios reales. Es condescendiente, infructuoso y superficial. Es, en pocas palabras, Hollywood.