De 'Red de mentiras' a 'El lobo de Wall Street': Las películas de Leonardo DiCaprio en el siglo XXI, de peor a mejor

Liderada por un reparto tan amplio como extraordinario en el que cada superestrella parece estar pasándoselo pipa, especialmente un Leonardo DiCaprio tan desatado como hilarante, 'No mires arriba' se convirtió, gracias al poder de Netflix y su timing perfecto a la hora de estrenarla en plenas Navidades, en una de las comedias más exitosas de los últimos años.

Elevada por una acidez aplastante, un montaje trepidante, unos diálogos que funcionan mejor cuanto abrazan definitivamente el exceso y la entrega del citado conjunto de representantes del firmamento Hollywood, estamos ante una de esas películas cuyos errores, encabezados por una duración a todas luces excesiva, quedan eclipsados por sus aciertos, los cuales terminan ganando por cantidad y calidad.

Tras firmar una de las obras maestras más contundentes de su trayectoria, 'American Gangster', con la que además se había resarcido a lo grande de la (muy) fallida 'Un buen año', Ridley Scott volvía a contar con Russell Crowe y sumaba a la ecuación a un notabilísimo Leonardo DiCaprio para terminar de decantar la balanza. Afortunadamente, el resultado fue más que positivo.

Y es que, pese a no alcanzar la excelencia de sus mejores trabajos, 'Red de mentiras' cumplía con creces en su evidente condición de blockbuster de acción protagonizado por dos de las estrellas más imponentes del firmamento de Hollywood y destinado a entretener al público sin descanso a lo largo y ancho de 130 minutos que nunca pesan más de la cuenta.

Una escena. Dos personajes. Una habitación repleta de flores, colores y dulces. Uno de ellos le pregunta al otro: "¿No te parece demasiado?". Su respuesta: "Es lo que quieres". Y en esa mínima charla puede que quede marcada de la mejor manera posible el espíritu, la personalidad y la ambición de la última adaptación cinematográfica de 'El gran Gatsby', una de las novelas más populares de F. Scott Fitzgerald. Porque estamos ante la versión más excesiva y apabullante posible de esta historia, una que ignora voluntariamente los temas más profundos que podría aportar para centrarse en el 'más es más', teoría y práctica que lleva a rajatabla su protagonista y, en esta ocasión, también su director.

La clave principal es que Baz Luhrmann es consciente de que su manera de contar las historias se aleja bastante de su referente literario, por lo que dedica el cien por cien de sus esfuerzos a lo que mejor sabe hacer: descorchar el champagne, preparar los fuegos artificiales, subir la música, alocar al personal e ir a 140 kilómetros por hora. No hay tiempo para más, hay mucho que contar y 'solamente' 140 minutos para hacerlo. 'El gran Gatsby' de Luhrmann aspira, por encima de todo, a ser 'el melodrama romántico más grande jamás contado', la épica de la lujuria, primero, y el romanticismo, después, al servicio de un despliegue visual y musical (tremenda banda sonora) de primer orden, con el sello de un director al cual se le pueden atribuir muchos defectos, pero al que no se le puede negar una personalidad irreductible. Una película que muere de ambición, irregular en su manera de desatarse, ridícula cuando intenta ponerse más o menos seria y, finalmente, satisfactoria en su propia imperfección que encuentra en la luz cegadora del carisma y la presencia de Leonardo DiCaprio su arma más infalible.

Muchos soñábamos con un western con la firma de Quentin Tarantino. Después de todo, casi todas su películas, a pesar de ser un puzle de influencias variadas, tenían el espíritu y la forma del género. Por eso, cuando en 2012 llegaba a las carteleras 'Django desencadenado', la expectación era máxima. Y el resultado justificó la espera.

Para resumir, nos encontramos con una película que es, en su 90% de metraje, una obra maestra, pero que en el 10% restante, puede que por esperanzas desmedidas de encontrar la perfección, no termina de funcionar. Pero vamos a quedarnos con lo bueno. Violencia brutal, humor descacharrante, impecable factura técnica, apabullante banda sonora, diálogos de acero y un reparto entregadísimo a la causa en el que Leonardo DiCaprio necesita el tiempo mínimo en pantalla para robar por completo el espectáculo. Cada uno de sus minutos es auténtico oro.

Considerada, por méritos propios, como uno de los mejores trabajos de Edward Zwick, 'Diamante de sangre' es una de esas cintas de aventuras donde el melodrama, la denuncia social y la acción estás perfectamente equilibradas, logrando mantener la atención del espectador de inicio a fin con una envidiable solvencia. Un magnífico entretenimiento que encuentra la ayuda clave de un Leonardo DiCaprio comprometidísimo con la historia y su personaje en una interpretación que eleva a la película por completo.

Tras unos cuantos traspiés, Clint Eastwood volvió al aprobado con la infravalorada 'J. Edgar', biopic de una de las personas más controvertidas de la historia de Estados Unidos. El hombre gracias al cual existe el FBI tal y como lo conocemos, sí, pero también un ser humano lleno de fisuras e incertidumbres, dudas y secretos, inseguridades y temores. Y cuando se trata de esos personajes, ni una duda, Clint es el mejor.

Eastwood apuesta por contar esta historia a través de flashbacks, saltos temporales que, aunque enrevesados en alguna que otra ocasión, consigue mantener el ritmo de una película oscura, asfixiante, sombría, llena de gritos callados y de tensión. El ascenso de Edgar hasta convertirse en un reflejo excesivo de lo que siempre quiso ser, sus estrategias y ambición, están contadas de manera notable, con nervio incesante, con pocos espacios para el descanso. El director, además, acierta enfatizando la atención por la persona por encima del personaje. En las conversaciones de Edgar, excelso Leonardo DiCaprio, y su madre (grande, como siempre, Judi Dench), en su relación con su compañero Clyde Tonson y en las miradas con la brillante Naomi Watts, residen los grandes momentos de 'J. Edgar'. La mano maestra de Eastwood para emocionar a través de la contención y los pequeños gestos.

A día de hoy, 'El aviador' sigue siendo una de las películas de Martin Scorsese que de manera más evidente cuentan con tantos aliados como detractores. Ambiciosa, épica y realmente fastuosa, estamos ante una propuesta que miraba la vida de Howard Hughes con la perspectiva del cine clásico total, obsesionado con el exceso y el delirio colectivo. Una joya deslumbrante que se movía siempre entre la fiebre y la locura, encontrando en las interpretaciones de un soberbio Leonardo DiCaprio y una deslumbrante Cate Blanchett, así como en la dirección del Maestro, sus puntos más fuertes.

Al final, lo que realmente importa es la capacidad que tenga una película de agarrar al espectador y llevarle a lugares que nunca ha visitado o, en su defecto, a enseñárselos de otra manera. El viaje a la locura, al perdón, al dolor, al terror y al amor que ofrece 'Shutter Island' es, al mismo tiempo, un trayecto apasionante hacia el mismo corazón del cine de intriga, de la genialidad del suspense y del ingenio de la sorpresa desvelada con maestría.

Todo ello, fuera dudas, comandado por una dirección muy cercana a la perfección y una interpretación protagonista de Leonardo DiCaprio que es pura emoción, nervio y talento. La novela en la que se inspira, firmada por el maravilloso Dennis Lehane, ya era más que notable, pero lo que hace aquí Scorsese es abalanzarse sobre ella para extraer todo su potencial, dibujar un homenaje a los clásicos y, encima, redondear una película palomitera ejemplar. 'Shutter Island' no se ve, se devora. Y siempre deja con ganas de más.

Parece que fue ayer, pero ya han pasado más de siete años desde El Momento En El Que Leonardo DiCaprio Ganó Su Primer Oscar, un premio que celebramos como si nos lo hubieran entregado a nosotros mismos o a alguno de nuestros familiares directos más queridos. Y era comprensible. Su carrera, repleta de personajes inolvidables, llevaba tiempo mereciendo una repercusión, en términos de premios, de esa magnitud. La culpable, su interpretación en 'El renacido (The Revenant)', tenía todo lo que necesitaba la Academia: transformación física, entrega total y, bueno, la sensación de estar ante un actor que estaba haciendo TODO lo posible para que, de una maldita vez, se rindieran ante su leyenda. Enésimo recital.

Incomprendida desde el mismo día de su estreno, 'Gangs of New York' ha necesitado que pase el siempre sabio tiempo para colocarse, con firmeza, entre los mejores trabajos de Martin Scorsese. Nunca sabremos hasta qué punto las expectativas le hicieron daño en su momento, pero está claro que esta cinta ambientada en un sangriento, helado y visceral Nueva York de 1863 nació con pretensiones de convertirse en La Gran Obra Maestra De Scorsese.

Y lo tenía todo, historia, ambientación, personajes, un reparto de cinco estrellas donde la batalla entre los excelsos Leonardo DiCaprio y Daniel Day-Lewis se saldaba con un empate feliz para todos y una trama repleta de los elementos esenciales que recorren los trabajos más memorables del cineasta. Y cumplía con todo. De acuerdo, se nota en algunas ocasiones más de la cuenta la batalla campal en la que se convirtió su montaje, pero 'Gangs of New York' respira tanto cine en cada uno de sus planos que, finalmente, es imperfectamente perfecta. Deslumbrante, gigantesca, furiosa e inabarcable.

Hay dramones y dramones. Y hay historias e historias. No todas son iguales, no todas comparten el mismo patrón y no todas juegan en la misma liga. Sam Mendes, tras los discretos resultados tanto de taquilla como de crítica de su anterior trabajo, 'Jarhead - El infierno espera', regresaba a terrenos conocidos y pantanosos con 'Revolutionary Road', ambicioso tratado sobre una relación matrimonial en todas sus vertientes. Sexual, romántico, social y psicológico. Y, de paso, volver a profundizar en los estereotipos e incoherencias de nuestra sociedad.

Las (falsas) apariencias en un mundo de espejos rotos. El rostro, la voz, las sonrisas reconvertidas en frías lágrimas, corrían a cargo de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, sencillamente perfectos en los protagonistas que Mendes usa como vehículo para alcanzar, de nuevo, las dosis más altas de elegancia, sensibilidad y, sí, dramatismo. Pero, reitero, no todas las tragedias son iguales y lo que diferencia 'Revolutionary Road' del resto de compañeras de género es la brutalidad interior de su propuesta. Todo está lleno de tristeza en una obra maestra tan compleja que, anclada en el clasicismo, siempre parece nueva. Y siempre duele.

Pocas veces, puede que ninguna, se ha celebrado un Oscar tanto como el que recibió Martin Scorsese de manos de, atención, Steven Spielberg, Francis Ford Coppola y George Lucas, por su dirección en 'Infiltrados'. Y es que, por más que la Academia intente justificarse, no tenía ningún sentido que el cineasta neoyorquino no tuviera ninguna estatuilla en casa.

Tuvo, tuvimos que esperar hasta 2006 para que lo consiguiera pero, al menos, la película correspondiente estaba a la altura del mito. Remake de la notable 'Juego sucio', esta fabulosa 'Infiltrados' supuso el regreso de Scorsese a ese tipo de cine que los amantes del séptimo arte siempre le relacionamos directamente. Respetando profundamente su referente, aquí nos encontramos con un director que se lo pasa bomba con este thriller vibrante, violento y entretenidísimo de policías, criminales, gatos, topos y ratas donde el reparto se suma gustosísimo a la fiesta, especialmente en el caso de un Leonardo DiCaprio que llena la pantalla con una facilidad aplastante.

La pregunta era evidente: ¿Hay vida después de 'El Caballero Oscuro'? Christopher Nolan no necesitó más que dos años para responder con toda la contundencia posible. 'Origen' es su espectáculo definitivo. Un blockbuster épico, emocionante, trepidante y con una capacidad envidiable para hipnotizar gracias a un universo que bebe directamente de esa otra obra maestra que es 'Paprika, detective de los sueños' de Satoshi Kon, con la que comparte no pocas similitudes, pero a la que se le perdonan las más que evidentes influencias.

Protagonizada por un excelente Leonardo DiCaprio, esta impresionante cinta contiene todas las claves con las que podemos identificar el universo de un director que encontró en este juego de sueños dentro de sueños, amores perdidos, segundas oportunidades y finales abiertos y ciudades cerradas sobre sí mismas, un artefacto perfecto para demostrar todo su (inmenso) talento.

Tres meses después (¡!) de que 'Minority Report' llegara a las carteleras de nuestro país, Steven Spielberg regresaba con 'Atrápame si puedes', una película que se situaba en el extremo contrario de la magnífica cinta futurista protagonizada por Tom Cruise. Obras distantes en el tono, esencia, género y naturaleza, sí, pero unidas por la inspiración absoluta de su autor. Basada en la apasionante historia real de Frank W. Abagnale, un estafador/camaleón que tuvo a la FBI absolutamente desquiciada en su búsqueda y captura, 'Atrápame si puedes' funcionaba de forma sobresaliente a todos y cada uno de sus niveles.

Era un melodrama familiar con toques de comedia clásica sin dejar de ser, al mismo tiempo, un thriller de persecución en la que el juego entre el ratón, excelente Leonardo DiCaprio, y el gato, soberbio, una vez más, Tom Hanks, mantenía al espectador en vilo durante 140 minutos que pasaban en un suspiro. Una obra de fascinante factura y perfecto sentido del ritmo que, afortunadamente, ha ido ganando culto con el paso de los años hasta convertirse en una de las películas más admiradas y celebradas de las últimas décadas profesionales de Spielberg, DiCaprio y Hanks.

Desde su estupendo prólogo, 'Érase una vez en...Hollywood' comenzaba a descubrirse como un monumental homenaje a los lujos y las miserias de la industria, a la liturgia de ir al cine, al oficio de sobrevivir en mitad de la jungla de Los Ángeles y a la ficción como tabla de salvación y poesía narrativa. El resultado, con su clímax sangriento marca de la casa Quentin Tarantino de propina, terminaba siendo el de una (otra) obra maestra incontestable en el casillero de uno de los cineastas americanos más importantes de la historia del cine.

Inmensa, redonda, emocionante y llena de un encanto tan indescifrable como contagioso, 'Érase una vez en...Hollywood' sigue brillando con la fuerza de lo inoxidable. Ah, por si había alguna duda al respecto, Leonardo DiCaprio es otro de los ases más incontestables de este clásico contemporáneo con otro recital marca de la casa para meterse de lleno en la piel de un Rick Dalton que ya es, por méritos propios, uno de los personajes más memorables de su filmografía.

No lo consiguió por su emocionante y delicada interpretación en '¿A quién ama Gilbert Grape?'. No lo consiguió por su intensa y asombrosa interpretación en 'El aviador'. No lo consiguió por su estupenda y carismática interpretación en 'Diamante de sangre'. Y no lo consiguió por la mejor interpretación de su carrera en la excelsa 'El lobo de Wall Street'. Porque, ok, Leonardo DiCaprio al fin terminó levantando el Oscar a Mejor Actor por 'El renacido (The Revenant)', y todos lo celebramos a lo grande, pero también sabemos en nuestro interior que esa estatuilla debería haber llegado dos años antes gracias a este inolvidable tour de force que es, no solamente su mejor trabajo interpretativo del siglo XXI, sino de toda su extensa y apasionante carrera. Un gigante al máximo de su potencial.